Arturo Brooks
Los gobiernos y los expertos en salud pública de todo el mundo están haciendo sonar la alarma sobre la propagación récord de una de las enfermedades más notorias e incurables, que aproximadamente la mitad del mundo corre riesgo de contraer: el dengue.
El virus transmitido por mosquitos tiene una larga historia en climas cálidos, pero ahora también está surgiendo en regiones donde generalmente era desconocido.
Este año se han registrado más de 5 millones de infecciones por dengue en todo el mundo (un aumento espectacular respecto de unos 500.000 casos en el año 2000). Más de 5.500 personas han muerto en lo que va de 2023, según Save the Children.
En marzo, se encontró dengue en Jartum, la capital de Sudán, por primera vez en la historia de la ciudad, lo que puso bajo grave presión su sistema de salud, que ya carecía de fondos suficientes. Pese al esfuerzo de las autoridades sanitarias, en pocos meses el brote se expandió causando 19 muertes y centenares de contagios.
Mientras tanto, en países donde el dengue ya era endémico, el virus se propagó este año a una escala sin precedentes. En medio del peor brote en la historia de Bangladesh, se notificaron casos en los 64 distritos del país y, a mediados de noviembre, la enfermedad había infectado a 291.832 personas, matando a 1.476.
El Ministro de Salud de Perú, que en junio declaró el estado de emergencia en la mayor parte del país para hacer frente a un brote de dengue, renunció el mismo mes que comenzaron las infecciones. Las muertes han continuado aumentando.
Preocupación real
Un informe de evaluación de riesgos publicado este martes por la Organización Panamericana de la Salud señaló que la “falta de sistemas sólidos de vigilancia y gestión del dengue genera preocupación sobre posibles casos no detectados o movimientos de viaje no registrados que podrían contribuir a la propagación inadvertida de la enfermedad”.
Actualmente no existe ningún tratamiento antiviral para el dengue, aunque los síntomas generalmente se pueden controlar con medicamentos. Esto es lo que debe saber sobre la enfermedad y cómo mantenerse a salvo.
Fiebre rompehuesos
Los síntomas que experimentan las personas infectadas con dengue pueden variar ampliamente: hasta el 80 % de los casos de dengue son asintomáticos y, aunque algunas infecciones pueden desencadenar sólo síntomas parecidos a los de la gripe, los casos más graves pueden provocar una hemorragia interna que podría provocar la muerte.
Algunos de los síntomas más comunes de las infecciones por dengue incluyen fiebre alta, náuseas, vómitos y dolores musculares y articulares intensos; este último es el motivo por el que la enfermedad se ganó el sobrenombre de “fiebre rompehuesos”.
Cuando se detecta tempranamente y con acceso a atención médica, la tasa de mortalidad del dengue es inferior al 1%, aunque esa cifra aumenta al 2-5% en los casos graves de dengue. Sin embargo, si no se trata, la tasa de mortalidad del dengue puede alcanzar el 20%.
¿Por qué crece la propagación?
El dengue generalmente se transmite a través de mosquitos hembra infectados Aedes aegypti (tigre egipcio) que prosperan en aguas estancadas, y pasa de una persona a otra a través de la picadura del mosquito. La enfermedad también puede transmitirse de mujeres embarazadas a sus bebés y, en casos raros, a través de transfusiones de sangre, trasplantes de órganos o lesiones con agujas.
La enfermedad, que durante mucho tiempo ha sido un problema de salud pública en Asia y América Latina, ha experimentado un repunte atribuido en parte al resurgimiento de los viajes globales después de la pandemia de Covid. También se cree que el fenómeno climático de El Niño de este año, que contribuye al aumento de las temperaturas, exacerbó los brotes de dengue en los países tropicales.
En medio del aumento de las temperaturas globales debido al cambio climático que ha hecho que más partes del mundo sean adecuadas para la reproducción de los mosquitos Aedes aegypti, los expertos están cada vez más preocupados por la amenaza que el dengue representará no sólo para América Latina y Caribe, sino en el sur de Estados Unidos y Europa, así como para nuevas regiones de África.

Adaptado a la ciudad
Los investigadores también han señalado el impacto de la urbanización en la transmisión del dengue.
Además de simplemente aumentar la densidad de población, la expansión de asentamientos urbanos informales sin acceso a redes de agua potable y cloacas ha fomentado el agua estancada almacenada y la basura expuesta, principales zonas de reproducción y alimentación para los mosquitos Aedes aegypti, que ya están bien adaptados a los entornos urbanos.
Luchando contra el aumento récord de casos de dengue, los sistemas de atención médica en todo el mundo están siendo puestos a prueba de maneras sin precedentes: algunos flaquean ante una demanda abrumadora, mientras los expertos expresan preocupaciones sobre los costos humanos de las malas respuestas gubernamentales al dengue. La ansiedad y la ira del público también están aumentando: en septiembre, miembros del partido de oposición en India organizaron una protesta pública en Calcuta criticando la respuesta del gobierno al dengue, que terminó con escenas de violencia.
Fumigar ya no es tan efectivo
La fumigación sigue siendo uno de los métodos más antiguos y utilizados para matar mosquitos en todo el mundo. Sin embargo, la eficacia de la nebulización contra mosquitos está disminuyendo. A pesar de décadas de control químico, los brotes de dengue se han intensificado a medida que los mosquitos desarrollan resistencia a los compuestos químicos.
Un esfuerzo innovador liderado por el Programa Mundial de Mosquitos, que actualmente se está probando en más de una docena de países, tiene como objetivo combatir los virus transmitidos por mosquitos con mosquitos. En el marco del programa, las autoridades liberan mosquitos especiales criados para portar una bacteria llamada Wolbachia, que bloquea la transmisión de los virus que causan el dengue, el zika y la fiebre amarilla.
Sin embargo, no todos acogen con satisfacción el ambicioso plan. Cuando las autoridades indonesias anunciaron la liberación de 200 millones de mosquitos portadores de Wolbachia en Bali, el plan se encontró con una vehemente oposición, tanto de expertos como de lugareños, que tenían poca confianza en los resultados de un estudio piloto a pequeña escala realizado en otra ciudad de Indonesia. Estaban preocupados de que los residentes de Bali se convirtieran en «ratas de laboratorio».
¿Cómo protegernos?
Mientras los científicos anticipan que el dengue llegará a lugares que no están familiarizados con la enfermedad, los gobiernos de todo el mundo han estado compartiendo mejores prácticas para prevenirlo. Estas incluyen el uso de repelente de insectos, el uso de camisas de manga larga y pantalones largos, el uso de mosquiteros en ventanas y puertas y la realización de controles periódicos en su hogar para detectar agua estancada.
Actualmente hay dos vacunas contra el dengue disponibles comercialmente: Qdenga, recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para niños de seis a 16 años o que viven en lugares con alto riesgo de transmisión del dengue, y Dengvaxia, recomendado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. para niños de nueve a 16 años. Sin embargo, se descubrió que el primer programa de vacunación contra el dengue del mundo, lanzado en Filipinas en 2016, aumentaba la gravedad de la enfermedad en los receptores de Dengvaxia, lo que resultó en una menor confianza en todas las vacunas en el país.
Para quienes han sido infectados con dengue, la OMS recomienda beber muchos líquidos, descansar lo suficiente, evitar el uso de medicamentos antiinflamatorios no esteroides, como el ibuprofeno y la aspirina (en su lugar, optar por paracetamol para aliviar el dolor) y buscar atención médica si experimenta alguno de los síntomas mencionados.
