Por José Antonio Artusi
Los anarquistas decían «la propiedad es un robo». Los anarcocapitalistas dicen «los impuestos son un robo». ¿Qué deberíamos decir los liberales progresistas?
Thomas Paine, un inglés republicano que participó en la Revolución Francesa y que terminó siendo uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, en su influyente obra «Los Derechos del Hombre,» argumentó que la propiedad privada debería estar garantizada, y a su vez vinculada al bienestar general de la sociedad. Desde esta perspectiva, podríamos abogar por la idea de que la propiedad privada, adquirida mediante el trabajo honesto, en ningún caso es un robo, pero tampoco debería ser un escudo para el enriquecimiento injusto a expensas de otros. En “Justicia Agraria” Paine recuerda algo que es obvio, en los inicios de la civilización la tierra y los recursos naturales eran de todos, y en algún momento la apropiación por parte de algunos significó la desposesión de los demás. Por eso es que propone indemnizar esa expropiación original a través de un sistema universal de pensiones que hoy se reconoce como uno de los antecedentes más importantes de la idea del ingreso ciudadano o ingreso básico universal.
Para John Stuart Mill, el gran pensador liberal inglés del siglo XIX, podemos enfocarnos en la noción de «daño a los demás» como un principio rector. Esto significa que, si bien se reconoce la importancia de la propiedad privada, los individuos también tienen la responsabilidad de no dañar a otros a través de sus acciones económicas. Por lo tanto, los impuestos no serían necesariamente un «robo», sino una contribución justa para financiar los servicios públicos que benefician a la sociedad en su conjunto.
Henry George, olvidado economista norteamericano de fines del siglo XIX, propuso eliminar todos los impuestos menos uno, el único que no sería un “robo”, sino una recuperación legítima por parte del Estado del fruto del esfuerzo colectivo, el que grava las rentas del suelo libre de mejoras y los recursos naturales.
Recordemos a su vez que el ultraliberal Milton Friedman consideró que el impuesto propuesto por Henry George era el “menos malo” y propuso una ingeniosa idea como el impuesto negativo a la renta, que podría consistir en una de las maneras más sencillas de implementar un ingreso ciudadano.
Igualdad de oportunidades
El ingreso ciudadano es un concepto que aboga por proporcionar a todos los ciudadanos un ingreso regular, universal, incondicional, individual y uniforme, independientemente de su situación económica o empleo. Esto se ve como una medida para garantizar un nivel básico de bienestar y aliviar la pobreza. Los defensores argumentan que empodera a las personas al darles una red de seguridad financiera, lo que les permite tomar decisiones más informadas sobre su trabajo y vida. También puede promover la igualdad de oportunidades al reducir las desigualdades económicas iniciales. Pero el concepto central es que no se trata de una dádiva ni de un subsidio, sino simplemente dar “a cada uno lo suyo”, la participación igualitaria en la renta de los bienes comunes, retomando la idea de la indemnización por la desposesión originaria esbozada por Thomas Paine.
¿Cómo financiar un ingreso ciudadano? Las respuestas han sido múltiples y no descartan los ahorros que generaría al prescindir de programas sociales ineficientes que caen en la trampa de la pobreza. Pero la clave está en una reforma tributaria que combine mecanismos como el propuesto por Milton Friedman con el concepto de desgravar lo más posible los ingresos del trabajo y la inversión de capital y gravar sobre todo las rentas del suelo y los recursos naturales.
La idea detrás del impuesto al valor del suelo, sin tener en cuenta las mejoras ni construcciones, es gravar la valorización que se deriva de factores naturales y de las acciones de la comunidad en lugar de las inversiones y el esfuerzo individual. Se argumenta que puede promover un uso más eficiente del suelo y desalentar la especulación de la tierra, ya que los propietarios pagarían impuestos más altos si mantienen tierras improductivas o subutilizadas.
Cinco frentes, dos enfoques
La complementariedad entre estos instrumentos podría abordarse desde varias perspectivas:
Reducción de Desigualdades: El ingreso ciudadano podría proporcionar un sustento básico a todos, mientras que el impuesto al suelo podría ayudar a financiar este programa gravando el valor de la tierra que se genera por el esfuerzo colectivo. Esto podría contribuir a reducir las desigualdades económicas.
Incentivo para el Uso Eficiente de la Tierra: El impuesto al suelo podría crear un incentivo para que los propietarios de tierras utilicen sus propiedades de manera más productiva, ya que pagarían impuestos relativamente más altos por mantener tierras improductivas. Esto podría promover un desarrollo urbano y rural más sostenible y eficiente.
Asequibilidad al suelo y la vivienda: un ingreso ciudadano que no estuviera complementado por un impuesto al valor del suelo podría generar, al fomentar la demanda, un aumento de los precios, y finalmente terminaría siendo un subsidio indirecto a los propietarios de suelo. Esto ya lo observó genialmente Winston Churchill en 1909.
Financiamiento Sostenible: El impuesto al suelo podría proporcionar una fuente de ingresos estable para financiar el ingreso ciudadano, lo que permitiría al gobierno mantener el programa sin recurrir a impuestos adicionales sobre el trabajo o el capital.
Justicia Fiscal: La combinación de ambas herramientas podría ser vista como una forma de justicia fiscal, ya que redistribuiría ingresos de manera más equitativa y gravaría los recursos naturales comunes.
En última instancia, la complementariedad de estas dos ideas podría proporcionar un enfoque equilibrado que busca abordar tanto la protección de los derechos individuales como la promoción de la justicia social y la eficiencia económica. La interacción entre estos dos conceptos es un tema fascinante que merece un debate y una exploración más profundos.
(*) Arquitecto Especialista en Planificación Urbano Territorial, integra la Cátedra de Planificación Urbanística de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCU.