La bailarina se confiesa en esta charla íntima con Teleshow.
“Ahora estoy dentro de la ley: soy casada. Me siento rara al decirlo”, cuenta entre risas Silvina Escudero, que ya prepara el festejo de su aniversario junto a Federico. Y asegura que para ellos, los papeles, sí cambiaron el vínculo de la pareja aunque ya convivían desde el 2019.
Atravesaron la pandemia, varias ideas y vueltas y la quiebra del estudio de danza, pero salieron fortalecidos. Hoy comparten un proyecto a largo plazo, unificaron sus finanzas y pasaron juntos los problemas de salud que llevaron a Silvina a ser operada.
—Cuando en pandemia tuviste que cerrar el estudio y no había teatros, ¿a qué apelaste?
—Gracias a Dios me va muy bien en redes y eso se mantuvo.
—¿Hoy sigue siendo el ingreso principal?
—Sí. Este año hice tele también. A mí me encanta trabajar en redes sociales como también me encanta trabajar en la tele. Pero sí, claramente con el correr de los años van cambiando las cosas. Imaginate que hoy hay que pagar para ver mis pies, Tati (risas).
—Ahora voy a ir a eso, pero trabajás desde los 13 años. ¿Qué implicó para vos cerrar el estudio?
—Durante toda la cuarentena nunca me quejé, no entré en eso, porque realmente el mundo estaba en llamas y había gente que no tenía para comer. Cuando uno miraba un poco para el costado decía: “Gracias”. Pero dentro de mi realidad, fue muy duro para mí. (El estudio) era mi bebito. Al día de hoy sufro no dar más clases, no enseñar.
—¿No hay posibilidad de retomar ese proyecto?
—Es muy difícil. Para abrirlo vendimos de todo, auto incluido. Y también fue muchísimo dinero cerrarlo en cuarentena. Hoy no lo podría llevar a cabo.
—¿El trabajo más insólito que tuviste a lo largo de tantos años de recorrido, cuál fue?
—Trabajé de todo. El primer trabajo directamente de coreógrafa con mi hermana. Yo tenía 13 y Vanina, 15. Coreógrafa de los desfiles de (Roberto) Giordano. Papá empezó a trabajar a los 11 años en una estación de servicio y se hizo su camino, así que me lo inculcaron ellos: hicieron juntos la empresa y les ha ido bien.
—Ustedes empezaron a trabajar de chicas pero porque lo deseaban, no faltaba nada en tu casa.
—No había necesidad. Ellos armaron su empresa y nos tocó un súper buen pasar de chicas hasta que yo tenía 17 o 18 años, el mejor amigo de papá lo estafó con un montón de dinero, con un negocio, y de un momento a otro no teníamos nada. Y empecé a dar clases.
—¿Hay un momento en tu adolescencia en la que tu familia pierde todo?
—Sí. Se pone complicado. Papá es un ave fénix: resucitó millones de veces. Hay una frase que me gustaría compartirla que es: “No se terminó el libro, esto era solo un capítulo”. Él tiene una energía, una perseverancia, que es la que marcó el rumbo de mi vida.
—¿Me contás cómo fue la propuesta de casamiento?
—Soñada. Muy romántica. Yo me fui a Europa a ver a una de mis mejores amigas. Nos fuimos unos días a París y después a su casa en Mallorca, en Palma. Fuimos a almorzar y ese día me dijo: “Reservé en tal parador, te va a encantar, vista al Mediterráneo, todo. Venite linda. Pintate la boca de rojo así te hago fotos con el atardecer”. Rarísimo el planteo de mi amiga. Llegamos y se va al baño. Me senté en la mesa reservada haciendo mi historia, siempre estoy generando contenido para Instagram, y cae Federico en cuadro. Federico, que estaba en Buenos Aires, en la casa. Cae con un papel y una cajita y se sienta. Me dice un par de cosas. A mí se me llenaron los ojos de lágrimas y se pone de rodillas y me dice: “¿Te querés casar conmigo?”. Yo estaba dura. Y cuando me pone el anillo y nos damos un beso todo el parador aplaudiendo.
—¿Cómo le contaste que armaste un OnlyFans de pies?
—Es que me dijo: “¿Estás segura que eso sirve?”. Le digo: “¿Perdón? Cotizan. Los pies cotizan”. Y es un submundo, eh.
—Necesito que me cuentes todo.
—Yo no entendía. Estaba en otra empresa, terminé el año pasado, hice creo que seis meses. Y le pregunté a Cande Tinelli, que ella está en Only. A mí me gustan los pies, yo me los cuido. Empecé a interiorizarme. ¿Si yo te digo “poné una foto sexy de tus pies”, sabés cómo hacerlo? Ni idea. No sabía qué les gusta: la planta, el arco, el tobillo, los dedos. Y te tiro una frase: sock soft. Es como que le hacés un striptease al pie. Un video sacándote la media.
—¿Cómo lo vive Federico? Aunque está clarísimo que es una decisión tuya.
—¿Sabés que las fotos más sexis que tengo me las saca él? De hecho me dice: “Ahí no estás mostrando nada. Mostrá un poco. Ponete más de cola”. Le digo que quiero grabar en Tailandia; “Vamos”. En mi laburo él me re acompaña, me re banca. “Mientras vos te sientas cómoda con lo que vos mostrás, mostrá lo que quieras”, me dice.
—Entonces, que mostraras los pies era nada.
—Me dijo: “¿Sirve? ¿Funciona? ¿Cómo? ¿Qué?” Las primeras fotos me las sacó él. Pero me decía: “¿Qué te saco? ¿De qué ángulo? ¿Qué gusta? No entiendo”. Fui descubriendo. Y tengo seguidores que también me siguen en Instagram entonces me dicen: “Hace más esto, hace más lo otro”, y me van guiando, porque yo sé muy bien vender lo sexy o lo que le gusta pero en todo mi cuerpo en general. Con los pies todavía estoy aprendiendo.
—¿De qué tenés ganas hoy? ¿Qué te gusta?
—Estoy estudiando locución. Me encanta. Acabo de terminar el primer cuatrimestre del segundo año. Me da herramientas para este trabajo y este medio que tanto amo. Y me gusta mucho el tema entrevistas. Me encantaría incursionar por ahí. Desde que cerró Danzas Escudero me falta la parte de enseñar. Todo lo que tenga que ver con la danza lo llevo en la sangre.
—¿Sabemos cuál fue la foto o el video que más funcionó?
—Sí. Una que me saqué al espejo yo sola, de espaldas: la planta de los pies gusta mucho.
—¿Se gana bien?
—Normal. Tiene que ver también con cuántos seguidores tenés. Como en Instagram mismo. Yo todavía no lo publicité mucho. Estoy incursionando, son mis primeros tres meses.