Por José Antonio Artusi
Tenemos en general en la Argentina una deficiente gestión de los residuos sólidos domiciliarios. Como en otros campos de las políticas públicas muchas veces el principal problema no radica en la débil asignación de recursos sino en su escasa eficiencia. Los montos asignados a los sistemas de gestión de residuos consumen una parte significativa de los presupuestos municipales.
Los déficits en la gestión de residuos impactan de diversas maneras negativas en el plano ambiental, económico, y social, perjudicando sobre todo a los sectores más vulnerables de la sociedad. La presencia de residuos en los espacios públicos, la inadecuada disposición final, y la presencia de basurales clandestinos son algunos de los indicadores que evidencian estos déficits.
Cada municipio tiene sus propias particularidades, y en cada caso se necesita un plan estratégico de gestión de residuos sólidos domiciliarios adecuado a la realidad local y articulado de manera armónica con otras políticas públicas. La problemática tiene a su vez una dimensión regional, provincial y nacional. Los gobiernos de estos niveles no pueden dejar librados a los gobiernos locales a su suerte, deben tener políticas de promoción y articulación de modo tal de garantizar presupuestos mínimos de protección ambiental en todo el territorio. No abordaremos aquí la complejidad de tal desafío integral; nos centraremos solamente en las primeras fases de la gestión de residuos, la disposición inicial y la recolección. En ambas se requiere un fuerte compromiso de los ciudadanos, no basta con la acción de la administración pública.
Mejores prácticas bajan costos
La frecuencia de recolección en nuestro país oscila alrededor de seis días por semana en ciudades grandes y medianas. En la Ciudad de Buenos Aires, por ley, es la frecuencia mínima que puede haber. Sin embargo, muchas de nuestras ciudades presentan problemas de residuos en la vía pública, contenedores desbordados, etc. Hemos naturalizado el hecho de que alguien debe llevarse los residuos que generamos en nuestros hogares al menos seis veces por semana, no importa demasiado adonde ni cómo se van a tratar esos residuos, mientras se los lleven lejos y no los veamos. Lo llamativo es que se trata de una frecuencia altísima para los estándares de países desarrollados. En muchísimas ciudades de países con buenos sistemas de gestión de residuos es mucho menor, por ejemplo una vez por semana para los residuos húmedos (restos de comida, etc.) y uva vez cada dos semanas para los residuos secos reciclables (papel, cartón, vidrio, aluminio, plástico). En estos casos los habitantes deben hacerse cargo de los residuos que generan, y almacenarlos en sus domicilios en contenedores adecuados a tal fin. La frecuencia baja incentiva tanto la disminución en la cantidad de residuos como el reciclaje (compostaje por ejemplo) y la reutilización. Las otras ventajas de esta baja frecuencia radican en el menor impacto de los residuos en la calidad del espacio público, ya que se disponen en la calle sacando los contenedores domiciliarios una única vez por semana, y que no se requieren contenedores comunitarios. Además, el servicio de recolección disminuye sus costos, demanda menor consumo de combustible y genera menos emisión de gases contaminantes. Por las dudas, aclaro que, por ahora, no estoy proponiendo medidas concretas, es obvio que se requieren estudios en profundidad que aconsejen los cambios a introducir en base a evidencias científicas, pero también está claro que seguir como vamos es garantía de fracasos.
Aceptación ciudadana
Me temo que es probable que algunos cambios que podrían llegar a ser necesarios no cuenten todavía con el grado de aceptación ciudadana que podría garantizar su viabilidad. Hice una encuesta al respecto en Twitter, obviamente sin validez estadística pero que podría mostrar ciertos indicios. Pregunté qué haríamos si un candidato a intendente nos dijera que los residuos se van a recoger una vez por semana, y los reciclables una vez cada dos semanas. El 57,4% respondió que no lo votaría. Cuando terminó la encuesta y ví el resultado escribí que “quizás no estamos preparados para reconocerlo, pero acá me parece que tenemos un problema”. Después hice otra encuesta y el 67,8% contestó que en su localidad los residuos se recogían entre 5 a 7 veces por semana.
Necesitamos reformas estructurales, de raíz, en los sistemas de gestión integral de residuos domiciliarios. Haríamos bien en debatir a fondo esta cuestión, sin naturalizar que algunas de las prácticas a las que estamos acostumbrados son las únicas posibles.
(*) Arquitecto Especialista en Planificación Urbano Territorial, integra la Cátedra de Planificación Urbanística de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCU.