Los restos de Miguel de Molina podrían acabar en un osario común de Argentina

La amenaza de un nuevo exilio se cierne sobre Miguel de Molina. El rey de la copla tuvo que cruzar el Atlántico al finalizar la Guerra Civil. Tras pasar por México, se instaló definitivamente en Argentina, donde murió en 1993. Fue enterrado en el panteón que posee la Asociación Argentina de Actores, en el cementerio de Chacarita, en Buenos Aires. Ahora, una deuda por el alquiler del nicho puede hacer que sus restos sean incinerados y arrojados a un osario común. No es la primera vez que sucede. Hace seis años la intervención casual de una fan ya salvó al artista del crematorio. “El último año que pagaste fue en 2021, por lo que se deben 2022 y 2023”, informó hace unos días una empleada de la Asociación Argentina de Actores a Juani Muñoz, una jubilada argentina muy vinculada sentimentalmente a Málaga. Ella ya salvó a Miguel de Molina de ser exhumado y arrojado a un osario común en 2017. Entonces la cantidad adeudada era mayor porque se debían seis años. La Fundación Miguel de Molina saldó la deuda, aunque Muñoz estaba dispuesta a pagar de su propio bolsillo para salvar al coplero que encandilaba a su abuela, que tuvo que abandonar Málaga en 1912. Su familia se dedicaba a la cosecha de la vid, que todavía padecía los efectos de la filoxera, una enfermedad que pudre las cepas y que arruinó la incipiente industria de la zona a finales del siglo XIX. Su intervención fue determinante. “Es evidente que no lo cuidan. Si vencen los años y no se abona el alquiler del nicho, lo incineran, así que estoy dispuesta a pagar”, reconoció Muñoz a los colegas de The Objetive. Una trabajadora de la Asociación Argentina de Actores explicó que la solución no es inminente. “Las cremaciones se hacen por año vencido, pero, debido a la pandemia, este año se están realizando incineraciones que debieron hacerse en 2020”. Muñoz se convirtió en el ángel de la guarda de Miguel de Molina de forma casual. El coplero fue enterrado en el nicho 397 del panteón que posee la Asociación Argentina de Actores, en Chacarita. El cementerio, de 95 hectáreas, está situado al oeste de Buenos Aires. Tras décadas de olvido, los amigos de un grupo de Facebook, llamado Historia de Málaga, decidieron rehabilitar su figura. El problema apareció cuando nadie supo decir, a ciencia exacta, dónde estaba enterrado. La mayoría afirmaba que en Argentina, pero no sabían dónde. Otros, que había sido repatriado a España. Muñoz era de las que se decantaban por la primera opción. Aseguró que se encontraba en el cementerio de Chacarita, a poca distancia de su casa. Una circunstancia que le hizo comprometerse a resolver el entuerto. Para su sorpresa, Miguel de Molina se encontraba allí y estaba a punto de ser exhumado, incinerado y arrojado a un osario común. “Pedí a la responsable que no le quemaran y me dio una prórroga. Lo conté en el grupo de Facebook y se corrió la voz de alarma”, aseguró la mujer. La Fundación Miguel de Molina se hizo cargo de la deuda acumulada y renovó el contrato hasta 2020, ya que los nichos no pueden comprarse a perpetuidad. Desde esa fecha nadie ha vuelto a abonar la cantidad anual estipulada. Los mismos que evitaron que Miguel de Molina fuese repatriado. La Diputación de Málaga inició los trámites en 2008, incluso reservó un terreno en el cementerio de San Gabriel para albergar su tumba, pero una hermana se negó.
La familia aseguró, entonces, que el coplero estaba “en el lugar que debe estar” y que el mejor homenaje que se le podía hacer era “poner en valor su obra y su legado”. Muñoz está preocupada por lo que pasará con sus restos cuando ella falte, así que sueña con que el artista descanse “en la tierra que le vio nacer y tanto amó”. Miguel de Molina nació en Málaga en 1908. Comenzó a ganarse la vida llevando a los turistas a los tablaos flamencos de su ciudad, hasta que en 1931 decidió probar suerte en la capital, donde triunfó con canciones como La bien pagá y Ojos verdes. Durante la Guerra Civil actuó para las tropas republicanas, por lo que al acabar los vencedores le hicieron la vida imposible. En noviembre de 1939 tres falangistas lo apalearon tras una actuación en Madrid «por republicano, maricón y amigo de Lorca”. El coplero comenzó a temer por su vida y decidió abandonar España. Solo volvió en una ocasión, cuando su madre enfermó. Pasó por México, Nueva York y otros puntos de América, pero los franquistas encontraban la forma de impedir que prosperara. Hasta que Eva Perón le prestó su protección y se estableció definitivamente en Buenos Aires. Sus restos reposan en Chacarita junto a algunos de los personajes más ilustres de Argentina, entre ellos Carlos Gardel y Alfonsina Storni.