Los operarios preparan andamios alrededor del “Big Prawn” (Gran Langostino) para comenzar su restauración, en Ballina, Nuevas Gales del Sur. En los 80, los propietarios de una red de estaciones de servicio y restaurantes de Australia utilizaron grandes esculturas para atraer a los viajeros. El crustáceo de Ballina, tiene 27 metros de largo por 9 de alto, y pesa 35 toneladas. En sus mejores épocas, tenía una escalera en su interior y la gente trepaba hasta los ojos de acrílico para contemplar el paisaje. Después de años de deterioro y la construcción de un desvío que redujo el tráfico de la ruta, las autoridades decidieron su demolición. Entonces, la protesta pública estalló: el camarón se había convertido en el símbolo de un pueblo y de una industria en crisis que se negaba a desaparecer. Finalmente, fue reubicado y a su alrededor surgieron marisquerías y locales comerciales que dinamizaron toda la economía de la ciudad.
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