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domingo, diciembre 15, 2024

Yo digo… Dolarización: propuesta insensata

Por Andrés Asiain

La dolarización es una propuesta que ganó popularidad de la mano del candidato ultraliberal Javier Milei. Sin embargo, su orígen real hay que buscarlo en el CATO Institute, una usina de pensamiento neoliberal fundada en 1974 por el multimillonario Charles Koch. Allí se desempeña el economista Steve Hanke, mentor de la convertibilidad que implementara Domingo Cavallo a finales del siglo pasado.
Se trata de una propuesta gestada en laboratorios económicos ultraliberales propiedad de millonarios norteamericanos que utilizan países pobres del Tercer Mundo, como Ecuador y El Salvador, como ratas de laboratorio para probar el efecto de su implementación.
La primera pregunta que surge en torno de la propuesta de dolarizar una economía como la Argentina del presente, asediada por la escasez de dólares, es de dónde saldrían los billetes verdes con que implementarla. Tomando un tipo de cambio cercano al paralelo, que podría ser el valor al que converja el dólar en una unificación del tipo de cambio previa a la dolarización, se precisarían unos u$s10.000 millones para rescatar los pesos que circulan como billetes y monedas. Si se quisiera respaldar también las cajas de ahorro y cuentas corrientes del sector privado harían falta u$s20.000 millones adicionales. Otros u$s20.000 millones se requieren para respaldar los plazos fijos del sector privado.

Confiscación de depósitos
Esos montos hablan por sí mismos del principal escollo que enfrenta hoy una propuesta de dolarización, que es la falta de dólares en las reservas del Banco Central. Si bien estas rondan los u$s36.000 millones, la mayor parte de ellas no podrían ser utilizadas permanentemente para ser entregada en forma de dólares a la población, ya que corresponden a líneas de crédito internacional (del FMI, Basilea, swap chino…). A ello hay que sumarle el costo de canjear todos los bonos en moneda local emitidos por el Tesoro, por bonos en dólares.
Ante esa diyuntiva, podría argumentarse que una devaluación aún mayor podría licuar las tenencias de pesos de la economía, tornando viable la dolarización. Pero dada la elevada inflación argentina, una suba tan abrupta del tipo de cambio nos empujaría directo a una hiperinflación. Otros apuntan a implementar un plan neo plan Bonex, donde los depósitos a plazos fijos sean confiscados a cambio de un bono de largo plazo. Más allá del daño que causaría a los ahorristas, esa propuesta no soluciona el problema de la falta de divisas para rescatar el circulante y las cuentas a la vista, que no pueden ser confiscadas so pena de un desplome de la actividad económica.
Un financiamiento internacional muy extenso podría costear la dolarización evitando hiperinflaciones y confiscaciones de depósitos. Sin embargo, no se conoce quien estaría dispuesto a poner semejante monto a disposición del experimento dolarizador luego de que Mauricio Macri agotara el agua de todas las canillas del mercado de crédito internacional.

¿Cuáles serían las consecuencias?
Aun cuando lograra implementarse, la dolarización generaría una serie de inconvenientes que es importante tener en cuenta. La incapacidad de emitir moneda propia deja al sistema financiero muy vulnerable ante corridas bancarias o en los mercados de bonos. Ello es así porque el Banco Central ya no podría actuar como prestamista de última instancia, dado que no tiene la potestad de emitir dólares. De esa manera, no podría intervenir poniéndole un piso al valor de los bonos del Tesoro en el mercado, como lo viene haciendo hace meses para evitar que su caída abrupta genere un pánico financiero que derrumbe su cotización.
La dolarización tampoco permite que el Banco Central financie el déficit del Gobierno, hecho que es presentado como un punto a favor por quienes creen que el problema inflacionario argentino es monetario-fiscal. Sin embargo, la emisión para financiar el déficit no es siempre monetaria y en Argentina sirvió para que durante la pandemia se pueda sostener el IFE, los Repro y los subsidios crediticios e impositivos que permitieron sortearla sin un derrumbe del sistema económico y una crisis social de magnitud.
La inflación actual tiene fuertes componentes inerciales que no responden a políticas monetarias y fiscales restrictivas. Tampoco ha tenido un efecto relevante sobre la marcha de los precios. Dadas esas características de la inflación argentina, la dolarización podría fallar para contenerla ya que no implica romper de cuajo la inercia y las anclas cambiarias se mostraron poco eficaces para frenar los precios. Así, la dolarización podría ser ineficaz para estabilizar los precios generando una inflación en dólares que vuelve a nuestra economía incapaz de competir externamente.

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