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Concepción del Uruguay
sábado, septiembre 21, 2024

Hojas sueltas… Aniversarios

Arturo Brook

El vigésimo aniversario del ataque ilegal a Irak llevado a cabo por una coalición de países, encabezados por Estados Unidos junto con Reino Unido, España, Australia y Polonia, se cumple con una diferencia de pocos días del primer aniversario del ataque ilegal de Vladimir Putin a Ucrania. Ninguna de estas guerras fue autorizada por la ONU. La invasión y ocupación de Irak se cobró la vida de más de 1 millón de civiles iraquíes. Las fuerzas estadounidenses cometieron innumerables crímenes de guerra, entre ellos la tortura de los soldados capturados. En el centro de detención de Abu Ghraib, cerca de Bagdad, los oficiales estadounidenses humillaron a los prisioneros iraquíes en violación de las convenciones de Ginebra. La invasión provocó una resistencia generalizada, pero las tácticas de contrainsurgencia de EE.UU. incluyeron incursiones en aldeas que llevaron a masacres de civiles desarmados.
El mundo reaccionó a la guerra Bush/Blair/Aznar, etc., con desaprobación, pero casi no se tomaron medidas contra ellos. Ningún investigador de la Corte Penal Internacional recolectó pruebas para fundamentar los enjuiciamientos por crímenes de guerra.
La reacción internacional fue muy diferente a la guerra ilegal de Rusia contra Ucrania. Casi todos los gobiernos occidentales, siguiendo a Joe Biden impusieron sanciones a las exportaciones rusas. Sus activos bancarios fueron congelados. A los amigos de Putin les confiscaron sus yates y otras propiedades, y luego, hace unos días, la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra Putin por la deportación ilegal de niños de Ucrania.
El contraste en la reacción global a las dos guerras es instructivo. Nada ilustra mejor la diferencia entre la escasa autoridad internacional de Rusia y la de Estados Unidos. Para Putin es humillante. Puede que le guste pensar en su país como una superpotencia, pero en realidad, más allá de poseer un enorme arsenal nuclear, Rusia tiene poca influencia global y pocos amigos extranjeros. EE.UU., por su parte, ejecuta un nuevo estilo de imperio no territorial. Goza de una enorme influencia política y económica en todos los continentes, domina el sistema financiero internacional y opera 750 bases militares en más de 80 países. Pero hay señales de que el mundo unipolar del dominio estadounidense puede estar llegando a su fin. El principal retador no es la Rusia de Putin, sino una China cada vez más confiada. A pesar del resurgimiento del poder estadounidense en Europa, su supremacía en el resto del mundo podría terminar pronto.

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