Una pastora de 26 años, parte con sus tres perros y 400 ovejas y cabras para encontrar pastos en lo alto de los Pirineos Catalanes. Un número cada vez mayor de jóvenes españoles abandonan sus carreras urbanas y se reconvierten a través de las escuelas de pastores que se han abierto en la región para producir cambios en el desarrollo rural del país. A través de la incorporación de nuevas generaciones, se demuestra que es un sector viable económicamente, con una apuesta por una producción a pequeña escala de base familiar y sostenible con el entorno. Los rebaños se trasladan a pastos más frescos durante los calurosos meses de verano. A principios de otoño, los animales vuelven a bajar a las llanuras. Las ovejas y las cabras se han utilizado durante siglos para limpiar el exceso de vegetación, y algunos países de Europa las están adoptando como un método efectivo para la prevención de incendios.
