SALUD… Antimicrobianos

Osvaldo Teglia (*)

Las consecuencias globales del comportamiento humano en la salud de una población son irrefutables. A lo largo de los años hemos visto expandir la resistencia antibiótica como un reguero de pólvora, a través de la diseminación incontrolada de genes. Al mismo tiempo, hemos visto también cómo la práctica médica puede influenciarla, ejerciendo una presión genética selectiva por intermedio del uso abusivo de antimicrobianos.
La resistencia a los antibióticos se está convirtiendo en una amenaza para la salud mundial cada vez más fuerte. De no revertirse esta problemática, organismos internacionales en salud estiman que, en los próximos 35 años, 300 millones de personas morirán prematuramente a causa de la resistencia a los medicamentos. Esto se traduce, adicionalmente, en una pérdida de producción económica de 60 a 100 billones de dólares para 2050.
La resistencia antimicrobiana, al dejar pocas opciones de tratamiento efectivo, puede generar que enfermedades (antes controladas con facilidad) se conviertan en infecciones serias, difíciles de tratar y amenazantes para la vida de los pacientes.
Esta amenaza para la salud pública está ligada a las indicaciones de antibioticoterapia, muchas veces abusivas e irracionales. Estudios recientes indican que el 60% de los antibióticos se prescriben en forma ambulatoria y, la mayor parte de ellos, en patologías de vía aérea superior (de origen viral) que no requieren antibióticos, solo control sintomático.
En los últimos cinco años se han desarrollado múltiples fármacos efectivos contra organismos resistentes. No obstante, la disponibilidad de nuevos antibióticos, se ha observado resistencia a alguno de ellos, por lo que subyace una especial preocupación.
Los médicos tenemos la responsabilidad en el control de esta problemática, y podemos lograrlo a través de prescripciones racionales, adheridas firmemente a guías de tratamiento. Pero son también los estados y los organismos de salud pública quienes deberían generar políticas públicas y programas de control del uso de antimicrobianos que incluyan, no solo normalizaciones de tratamientos antimicrobianos de las patologías infecciosas más prevalentes en la comunidad y las instituciones, sino también el control de su dispensación exclusivamente bajo receta médica.
La población debe comprender que muchas veces el antibiótico no es la mejor solución para su problema de salud. La lucha contra la resistencia a los antibióticos requiere del compromiso de todas las partes, solo así dejará de representar una grave amenaza.

(*) Médico especialista en Clínica Médica e Infectología. Profesor de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.