Por Carlos Heller
En sus grandes lineamientos, el proyecto de Presupuesto 2023 que debate el Congreso propone la estabilidad macroeconómica, la recomposición del poder adquisitivo de los ingresos y el fortalecimiento del mercado interno. Además, promueve el orden fiscal, sostener el superávit comercial, fortalecer las reservas internacionales y continuar impulsando el desarrollo con inclusión social. En la misma línea, impulsa la profundización de la política industrial y científico-tecnológica para estimular la inversión privada, generar más y mejor empleo y fortalecer el sector externo, por la vía del aumento de las exportaciones de bienes y servicios.
En este marco, el proyecto prevé un crecimiento del PBI y del consumo público y privado del 2%. Paralelamente, las exportaciones aumentarían un 7,1%, las importaciones un 2% y la inversión un 2,9%, siempre comparando con el 2022, año en el cual el incremento del PBI se estima que será del 4%. Si el pronóstico se cumple, la Argentina habrá logrado tres años seguidos de crecimiento económico, un dato significativo en un contexto internacional muy complejo.
Según un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) el crecimiento del PBI global proyectado pasará del 3% en 2022 a 2,25% en 2023, muy por debajo del ritmo pronosticado antes de la guerra.
LA OCDE también señala que “un factor clave que frena el crecimiento mundial es el actual endurecimiento generalizado de la política monetaria en la mayoría de los países importantes, en respuesta al exceso de inflación, mayor del esperado, durante el último año”. No obstante, se insiste en que nuevos incrementos de las tasas de interés son necesarios en la mayoría de las economías más grandes para poder anclar las expectativas de inflación y asegurar que las presiones inflacionarias se hayan reducido de forma durable.
Reducir inequidades
Volviendo al proyecto de Presupuesto en debate, éste establece un objetivo de déficit primario del 1,9% del PBI en 2023, por debajo del 2,5% estimado para 2022. La mejora se basa en un incremento proyectado de los ingresos del 77,8%, mientras que el gasto corriente y de capital subirá algo menos, un 71,2%. Lo importante es que se propone transitar este sendero con ambos rubros creciendo por encima de la inflación. Con respecto a esta última, se prevé su desaceleración al 60% durante 2023, llegando gradualmente al 33% en 2025. No hay lugar para políticas antiinflacionarias de shock.
La reducción del déficit fiscal primario proyectado con aumento del gasto tiene como prerrequisito la continuidad del crecimiento de la actividad económica, de la mejora de la recaudación impositiva y del avance de la lucha contra la evasión.
EL Presupuesto 2023 no está concebido a partir de una hipótesis de recorte del gasto. En sus proyecciones, la reducción del déficit primario resulta compatible con el crecimiento real de un conjunto de gastos relevantes para el modelo de país que venimos sosteniendo. Tomando algunas áreas como ejemplo, Salud crecería 86%, Promoción y Asistencia Social un 76% y Ciencia y Tecnología un 127%. No es cierto que se va a gastar menos: en 2023 se gastará/invertirá más.
Por supuesto: si bien estamos mejorando, la realidad es que falta muchísimo. La diferencia entre los que más ganan y los que menos ganan en nuestro país bajó de 20 a 16 veces entre el segundo trimestre de 2022 y el mismo periodo de 2021. Es cierto, estamos mejor, pero la diferencia continúa siendo demasiado grande. ¿El 6,9% de desempleo es un buen número? Es casi 3 puntos menos que hace un año. Pero continúa siendo alto. Es decir: vamos en el camino correcto pero todavía falta muchísimo por recorrer.
Inclusión y distribución
Hace una semana finalizó el Programa de Incremento Exportador (“Dólar soja”). Bajo su vigencia se liquidaron 8.123 millones de dólares, superando con holgura el objetivo planteado, que proyectaba unos 5.000 millones de dólares.
Los números son contundentes y refutan la prédica intencionada con la que se trató de instalar la idea de que estaba condenado al fracaso antes de empezar. Fue una vez más un intento de generar descrédito para así tratar de incidir de antemano en las decisiones de quienes estaban considerando liquidar la cosecha.
Atravesamos las pandemias macrista y sanitaria, la superposición de crisis locales y globales, la guerra en Ucrania, los pronósticos de los profetas del fracaso, y ahora la eventualidad de un proceso recesivo global. Aun así, y con todas las dificultades, el Gobierno sigue avanzando con su modelo de crecimiento con inclusión y distribución.