Por Alfredo Serrano y Almícar Salas
Este domingo serán las elecciones presidenciales y de gobernaciones, quedando para el 30 de octubre una posible segunda vuelta. Las principales encuestas arrojan intención de voto de 47% para Lula, y 33% para Bolsonaro.
Con una población alrededor de 212 millones de personas, hay 156 millones de electores habilitados para los comicios de octubre. Este domingo 2 es el primer turno, quedando para el 30 de octubre un eventual balotaje. Este padrón tiene 9,1 millones de votantes más que la última elección de 2018, incluidos 2,1 millones de jóvenes de 16 y 17 años que se inscribieron voluntariamente para votar (el doble que en 2018). Hay 700.000 inscriptos para votar en el exterior.
El pasado lunes, el Presidente volvió a agitar el fantasma de fraude señalando que, si en segunda vuelta no ganaba por el 60% de los votos, era porque “algo anormal ocurrió en el Supremo Tribunal Electoral”.
Las Fuerzas Armadas participarán, junto con otras instituciones como el Ministerio Público y la Orden de los Abogados de Brasil, en el proceso de fiscalización.
Cabe recordar que esta es la sexta campaña electoral de Lula: perdió tres (1989, 1994, 1998), ganó dos (2002, 2006); en 2018, cuando comenzaba a recorrer el país, primero le balearon la caravana y luego lo pusieron preso, quitándolo de la contienda.
Últimas proyecciones
Según la última encuesta de Datafolha, la más grande hecha por la encuestadora en los últimos meses, Lula presenta condiciones de vencer en el primer turno. Hoy tiene el 47% de las intenciones de voto, Bolsonaro 33%, Ciro Gomes7 % y Simone Tebet 5%. Traducido a voto válido, Lula obtendría el 50% de los votos (Bolsonaro un35 %). De haber segunda vuelta, Lula ganaría con 54% y Bolsonaro obtendría 38%.
En cuanto a los niveles de rechazo, Bolsonaro tiene un 53%, mientras que los de Lula son del 38%. Desagregando, entre las mujeres el rechazo a Bolsonaro es del 56% (36% a Lula), el 62% de los jóvenes declara que “nunca votaría a Bolsonaro”, y entre los más pobres el rechazo a su figura llega a 59% (la distancia entre los dos candidatos es de 33%). Si bien Bolsonaro ha mostrado una recuperación en un segmento de 2 a 5 salarios mínimos (donde han impactado algunas medidas que redujeron la inflación, o ciertos subsidios específicos), también es un segmento popular donde suelen verificarse movimientos de “voto útil” de fin de campaña.
El crecimiento de Bolsonaro se ha concentrado en dos segmentos: los evangélicos y aquellos electores vinculados con las regiones del agronegocio. Entre los evangélicos hoy el 50% está a favor de Bolsonaro (y 28% de Lula). Tener la mitad del voto evangélico, siendo que el 27% del país se reconoce en esa religión, no es un dato menor, aunque claramente no es definitorio.
El “voto útil” del final de la campaña electoral
La principal apuesta de la candidatura petista para ganar en primera vuelta es poder captar el movimiento de intenciones de voto que ocurre generalmente en la última semana de campaña, esperando que una onda hacia el “voto útil” quite de 2% a 4% a las intenciones de Ciro Gomes y Tebet, y estos pasen a Lula. Con ello, el umbral del 50% de votos válidos se pasaría con claridad. La potencial “afinidad” lulista entre los votantes de Gomes y de Tebet se respalda en el hecho de que en esos electorados el rechazo a Bolsonaro está por encima del 65% y que 1 de cada 5 de sus electores admite la posibilidad de “voto útil”.
Hacia un cuadro institucional fragmentado
Hace varias legislaturas que el Congreso Nacional se caracteriza por una altísima fragmentación política. El próximo Presidente tendrá que interactuar con un Parlamento tan o más fragmentado que el actual. Hay un dato inquietante: de los 513 diputados actuales, 446 se presentan a reelección (un 87%) incentivados, precisamente, por las transferencias otorgadas por el Poder Ejecutivo para uso discrecional del Congreso (para detener cualquier avance de impeachment en su contra), dejando en el camino un paquete fiscal complejo para el próximo Gobierno y una reorganización de los grupos políticos. De allí la insistencia de Lula para ampliar y fortalecer (antes de la elección) su base parlamentaria de Gobierno futuro. Las tendencias a nivel de los estados tampoco parecen muy alentadoras: hoy hay 12 partidos diferentes gobernando los 27 estados de la Federación, ninguno de los cuales controla más de 4 estados. Las estimaciones indican un panorama similar después de octubre.