Por Andrés Asiain
Hace seis meses, en febrero de 2022, 1 millón de hectáreas eran arrasadas por incendios fuera de control en la provincia de Corrientes. Nunca se puede saber cuál es el resultado de estos crímenes ambientales, ¿Cuántas hectáreas, cuántos miles de kilómetros cuadrados se incineraron? ¿Cuántos millones de animales silvestres, domésticos, nativos, flora y fauna se consumió y murió bajo las llamas? ¿Cuántos bomberos, socorristas, chacareros, trabajadores, murieron, fueron afectados o perdieron casas, campos y propiedad privada?
Y en tan sólo seis meses el ecocidio resurge más al sur, con cerca de 8.000 focos iniciados solo en lo que va de agosto en Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires, incluyendo entre otras las localidades de: Gualeguay, Ibicuy y Victoria. La Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario advirtió que la quema de humedales en el Delta del Paraná genera “graves consecuencias para la salud de la población que incluyen afectación de los ojos, irritación faríngea, rinorrea y dolor de pecho, característicos de la intoxicación por humo con partículas provenientes de las quemas.
A largo plazo y dada la recurrencia de estos incendios intencionales, las enfermedades pueden ser más graves debido a que se establecen claras señales de su vinculación con enfermedades metabólicas cómo la diabetes mellitus y el cáncer. Mientras el Delta del Paraná se consume bajo las quemas intencionales y sus autores siguen impunes, la calidad de vida de millones de argentinos y uno de los ecosistemas más complejos y estratégicos no sólo para el país sino para el equilibrio ecosistémico de toda la región, son devastados.
La cuenca del Paraná y la región del Delta son uno de los ecosistemas más importantes para la salud ecológica de toda la región. Los humedales son ecosistemas de altísimo valor ecológico, geoestratégico, político y social. En cada ciclo de quemas intencionales, el gobierno tanto nacional como los provinciales dejan al descubierto la falta de la más mínima planificación y ordenamiento de la cuenca; en donde la impunidad y la falta de fiscalización estatal del agronegocio y la construcción, manejan el territorio de forma descontrolada, aun cuando las columnas de humo atraviesan a las principales ciudades del país, afectando con mayor incidencia a millones de niños, mujeres embarazadas, adultos mayores y personas con problemas de salud. Algo que confirman nuevamente todos los centros de salud, hospitales y hasta los colegios de farmacéuticos.