Frente a la problemática del bimonetarismo, algunos proponen ampliar la circulación legal del dólar en el sistema financiero y de pagos. Sin llegar al extremo de la dolarización total, la legalización del bimonetarismo de facto es visto como un mal menor. Los promotores del bimonetarismo legalizado señalan que permite retener en el sistema financiero nacional divisas que se fugan al exterior o terminan en colchones y cajas de seguridad. Ello sería así porque al poder operarse más fácilmente pagos en moneda extranjera a través de billeteras virtuales, homebanking y otras operatorias, se generan un uso del dólar bancarizado que estimula su retención en el sistema financiero local. Esta idea tuvo su máximo desarrollo en la convertibilidad de los ‘90, cuando se permitió la constitución de depósitos y créditos en dólares a quienes no disponían de esas divisas, sino pesos. La dolarización parcial del sistema financiero permite que parte de los pesos que antes compraban divisas reales, se conformen con comprar divisas nominales de nuestro sistema financiero. Si bien eso podría tener cierto éxito inicial, tiene dos defectos. Por un lado, incentiva en el corto plazo una mayor dolarización en la economía, facilitando la realización de operaciones económicas de todo tipo en moneda extranjera. De esa manera, amplía la demanda latente de divisas para el normal funcionamiento de la economía. Pero el defecto más grave es que no existen los dólares reales que respalden la expansión de instrumentos financieros dolarizados. Como pasó con el final de la convertibilidad, la incertidumbre sobre el suficiente respaldado de los ahorros dolarizados puede derivar en una corrida cambiaria-bancaria que termine con el sistema financiero. Otra opción es generar un instrumento financiero que cumpla la función de ahorro y de medio de pago en el mercado inmobiliario, cuyo respaldo no esté basado en una ficticia tenencia de divisas. Una posibilidad sería el lanzamiento de una moneda indexada, cuyo respaldo sea la garantía legal de que su valor en pesos será cubierto totalmente por el Banco Central. Ese instrumento debería tener el respaldo de todo el arco político y social, a través de un ente autárquico compuesto por representantes de todos esos sectores, para fiscalizar la no manipulación del índice que rige su valor. Una moneda, cuyas características expondremos en una próxima nota, que conviva con nuestro devaluado peso, pero que le dé pelea al dólar como instrumento de ahorro y para la compra-venta de propiedades.