David Bueno
El sueño es una condición fisiológica reparadora. Cuando dormimos, los sistemas corporales se regeneran. Es decir, aprovechan para eliminar los productos de desecho que se han acumulado durante el período de actividad como consecuencia del metabolismo normal de las células. También reparan las estructuras que se han dañado o han dejado de funcionar de forma óptima. Esto incluye el sistema inmunitario.
Hace tiempo que se sabe que dormir bien favorece su funcionamiento, lo que hace que disminuya la probabilidad de tener enfermedades infecciosas y cáncer. Una de las funciones del sistema inmunitario es detectar los microorganismos extraños, las células infectadas y también las tumorales, para eliminarlas. Sin embargo, todavía no se conocen todos los mecanismos moleculares que lo hacen posible.
El investigador Stoyan Dimitrov y los sus colaboradores, de diversas universidades y centros de investigación alemanes y daneses, han examinado los mecanismos moleculares que permiten que el sistema inmunitario gane eficiencia después de haber dormido. Según han publicado en la revista Journal of Experimental Medicine, mientras dormimos algunas células del sistema inmunitario incrementan la producción de unas moléculas que les ayudan a engancharse a las células infectadas o a las tumorales, y eso les hace más fácil eliminarlas.
Los investigadores también han visto que algunas condiciones fisiológicas como el estrés hacen justo lo contrario, lo que explica por qué las situaciones de estrés favorecen determinadas patologías.
Reconocer para eliminar
El sistema inmunitario está formado por un conjunto de mecanismos celulares y moleculares que nos ayudan a protegernos y deshacernos de los organismos patógenos, así como de las células tumorales. Uno de estos mecanismos implica el reconocimiento específico de las células que es necesario eliminar. De eso se encarga un tipo concreto de glóbulos blancos llamados linfocitos T. Se encuentran en la sangre y en el sistema linfático, desde donde pueden salir y penetrar en la mayor parte de tejidos del cuerpo para identificar las células que deben eliminarse. De forma muy general, primero reconocen las células, a través de unas proteínas que forman parte del llamado complejo mayor de histocompatibilidad. Sirven para que los linfocitos T y otras células del sistema inmunitario puedan diferenciar lo que es propio del que es necesario eliminar. Una vez reconocidas, es necesario que se unan para eliminarlas. Esta unión se produce a través otras proteínas que los linfocitos T tienen en la membrana y que de forma genérica se llaman integrinas. En este trabajo, Dimitrov y sus colaboradores examinaron personas afectadas por citomegalovirus, un tipo de virus del herpes muy persistente que infecta sobre todo a las células de las glándulas salivales.
En un primer experimento, les permitieron mantener un ritmo de sueño y víspera habitual, y después los mantuvieron despiertos durante más de 24 horas. En ambos casos les fueron recogiendo muestras de sangre a intervalos regulares, analizando la producción de integrinas de cada persona.
La oposición integrina-adrenalina
Según los resultados obtenidos, durante el período de sueño la producción de integrinas aumenta, lo que facilita que los linfocitos T se activen y se unan a las células a eliminar. Sin embargo, cuando no se cumple el período de sueño, la producción de integrinas baja, y eso genera el efecto contrario. Para ver cuál es el origen de este bajón, los investigadores analizaron qué otras alteraciones fisiológicas se producen por la falta de sueño, especialmente a nivel hormonal.
Cuando no dormimos adecuadamente, se incrementa el nivel de diversas hormonas, entre las que destaca la adrenalina, que se secreta en cantidades elevadas en situaciones de estrés. Esta hormona, inhibe la producción de integrinas, las proteínas que los linfocitos T utilizan para unirse a las células infectadas y en las tumorales, lo que dificulta que se activen y que, en consecuencia, puedan contribuir de forma efectiva a eliminarlas. Por eso, por ejemplo, las personas afectadas de herpes labial suelen tener recaídas en períodos de estrés.
Las conclusiones de este estudio son diversas y todas relevantes para la salud. Por un lado, señalan una vez más la importancia de dormir correctamente para favorecer un estado general de buena salud. Al mismo tiempo, contribuyen a explicar los efectos nocivos del estrés crónico sobre muchas funciones corporales, y por qué en situaciones de estrés resulta más difícil luchar contra las enfermedades infecciosas y se incrementa la probabilidad de tener algún tipo de cáncer. Por otro lado, abren la posibilidad de desarrollar nuevos tratamientos para combatir las infecciones y el cáncer, mediante el incremento de la producción de integrinas o disminuyendo la cantidad de hormonas que las inhiben.