Por Ariel Vercelli
El 10 de julio se publicó una nueva investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación sobre la base de 124.000 documentos filtrados por Max McGan, ex empleado de la corporación tecnológica estadounidense Uber, sí, la de los autos. El “soplón”, un arrepentido con mucho kilometraje, entregó al diario inglés The Guardian y al Consorcio documentos que demuestras que Uber, lejos de ser un buen servicio es una verdadera desgracia en los países donde opera. La investigación Uber Files que puede leerse también en castellano en esta página de internet (https://www.icij.org/investigations/uber-files/) muestra cómo la corporación tecnológica obtuvo acceso irregular a funcionarios y líderes políticos, pagó a académicos, regó de dinero medios de comunicación, violó las normativas locales sobre transporte de personas, negó los derechos laborales de sus trabajadores y, como si algo faltara, se muestra cómo la aplicación viola la protección de los datos personales de sus usuarios. Los testimonios muestran con toda crudeza las maniobras arteras de una de las tantas corporaciones tecnológicas que operan fuera de la ley incentivando protestas urbanas, rechazando el pago de impuestos y favoreciendo la fuga de dinero hacia paraísos fiscales, mejor dichos guaridas fiscales. Nairi Hourdajian, jefa de comunicaciones globales de Uber, lo expresó aún más sin rodeos en un mensaje de texto: “A veces tenemos problemas porque, bueno, somos jodidamente ilegales”. ¿Puede un modelo de negocio sustentarse en operar por fuera de las leyes en cada uno de los países? Lamentablemente, la cobertura de los representantes argentinos del Consorcio de Periodistas de Investigación es por el momento pobre, sin datos sobre cómo fue la entrada de Uber al país en las gestiones de Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta. Un punto importante: entre 2013 y el 2022, Uber se expandió rápidamente para expandir sus servicios en más de 80 países. Por diferentes problemas, sin embargo, Uber también dejó de operar en China, Indonesia, Filipinas, Singapur, Hungría y Rusia. Cuánto falta para que esta empresa sea sancionada, prohibida y, bloqueada en la Argentina. Si bien Uber tiene deudas millonarias con la AFIP nacional, su mayor deuda la tiene con las y los taxistas y remiseros a los que les arruinó la fuente de trabajo. Hay que decirlo claro: en Argentina sobran pymes y cooperativas que podrían estar ofreciendo los mismos y hasta mejores servicios, pagando los impuestos y respetando los derechos de la población argentina.