El realizador argentino Alejandro Maci dirige junto su colega Rodrigo García: Santa Evita, la miniserie que llegará hoy a Star+ con la adaptación de la novela de Tomás Eloy Martínez y que, a través de la perspectiva actualizada y de género con la que narra el devenir del cadáver embalsamado de Eva Duarte, «se vuelve metáfora y permite repensarnos frente a ese espejo». «También creo que lo que tiene de valioso el relato de la novela y de la serie es que permite preguntarnos de qué somos capaces los hombres hoy, en el siglo 21:00, con respecto a una mujer, porque también está esto de la apropiación, de una perversión y de un paternalismo espantoso», ahondó en diálogo con los colegas de Télam el también responsable de la versión nacional de la tira
En terapia. Junto a García, Maci estuvo a cargo de llevar a la pantalla una de las más ambiciosas apuestas de sello local previstas para este año de la mano de la mencionada plataforma de streaming, a partir de un guion elaborado por Marcela Guerty y Pamela Rementería. Desde un principio, la decisión establecida frente a la adopción de la famosa ficción de Martínez, que explora con mucha imaginación pero desde una base de investigación periodística y con un atrapante tono de suspenso lo ocurrido tras el secuestro de los restos de Evita -encarnada por Natalia Oreiro-, fue la de invitar a una suerte de relectura naturalmente nacida en los tiempos de los feminismos.
Así, la imponente relevancia social de la protagonista y el símbolo en el que se había transformado gracias a su obra militante durante el primer peronismo como esposa del expresidente es el foco central de esta narrativa, que retrata las relaciones misóginas, obsesivas, de aborrecimiento y fascinación que los hombres que la rodeaban en vida y que la manipularon una vez fallecida ejercieron sobre ella. En ese sentido, Darío Grandinetti, Ernesto Alterio y el catalán Francesc Orella interpretan a tres personajes claves en ese recorrido: Juan Domingo Perón, el coronel Carlos Moori Koening, encargado por las autoridades de la autodenominada Revolución Libertadora de secuestrar los restos de Evita; y el médico español Pedro Ara, quien embalsamó el cuerpo de una mujer que marcó un antes y un después en la historia política de Argentina a la que el nuevo régimen le temía tanto como lo odiaba. Cada uno de ellos se transforma a lo largo de sus siete episodios de 45 minutos en una figura que, desde distintos lugares, controlaba a la actriz y dirigente, en épocas en que la irrupción de las mujeres en la política era una completa novedad y era -muy de mínima- vista con extrañeza y como un rol que, como en otros órdenes de la vida, podía y debía estar en manos de los varones.