Por Carlos Heller
La semana que pasó fue muy activa, tanto en materia política como económica, dos aspectos que van de la mano. La designación de la nueva ministra de Economía, Silvina Batakis, luego de la renuncia de Martín Guzmán, generó un torrente de opiniones diversas en los medios y las redes sociales. Ante tanta información y desinformación, en esta instancia resulta oportuno realizar algunas reflexiones. Uno de los conceptos que no deberíamos perder de vista es que para poder seguir adelante con los objetivos de redistribución del ingreso y crecimiento económico no hay nada más importante que la unidad del Frente de Todos. Lo más destacable del cambio en el Ministerio de Economía es que se logró a partir de un consenso entre los principales referentes del FdT. Más allá de los nombres propios, hay que resaltar el hecho “político” y cómo eso influye en todo lo demás, ya que la cohesión del espacio gobernante resulta significativa para llevar adelante cualquier política económica.
Apalancar la inversión productiva
La agenda en términos generales, como el cumplimiento de los lineamientos vigentes en los planos fiscal, tarifario, cambiario y monetario pareciera que no se modifica con la llegada de la nueva ministra: las prioridades siguen apuntando a que crezcan la economía, el empleo; a cuidar los ingresos de los trabajadores y a lograr una más equitativa distribución del ingreso. Lo que sí cambia es que dicha agenda se aplicará en un entorno de mayor armonía al interior de la coalición. La ministra también ratificó el acuerdo con el FMI. Una postura que resulta importante en la actual coyuntura, teniendo en cuenta la situación de abultada deuda pendiente con el organismo, heredada del gobierno anterior. Tras la primera reunión virtual entre la nueva ministra y las autoridades del organismo del Fondos, Kristalina Georgieva dijo que se trató de una muy “buena llamada (…) para hablar sobre la implementación del programa de Argentina. Esperamos continuar nuestra constructiva colaboración para promover la estabilidad económica y el crecimiento inclusivo en un entorno global muy desafiante”. Los dichos de Georgieva no puede dejar de causarnos preocupación, porque sabemos lo que implica cuando el FMI habla de “constructiva colaboración” y aún más cuando su directora gerenta advirtió que pueden ser necesarias “acciones dolorosas” para cosechar “beneficios”, según informó Reuters. Batakis también hizo hincapié en el objetivo de fomentar los instrumentos financieros en pesos con tasas reales positivas, es decir, en niveles que superen la inflación. De esta forma, aclaró, se incentivarían las colocaciones en pesos “que permitan apalancar una inversión productiva”.
Fortalecer el sector externo
El sector externo sigue siendo un frente desafiante que es preciso fortalecer. En materia de ingreso de divisas, los datos de comercio exterior reflejan un superávit acumulado durante los primeros cinco meses del año, aunque el saldo de servicios del balance de pagos sigue siendo negativo, debido a los aumentos de precios de servicios esenciales como el transporte de mercancías.
En este marco hay sectores que se agazapan para especular y piden una fuerte devaluación del dólar oficial, utilizando como parámetro el valor de las cotizaciones de los dólares financieros (MEP y Contado con Liqui) o del ilegal, que son los que deberían bajar, dado que están muy influidos al alza por la elevada especulación.
Para ver uno de los tantos ejemplos de formación de expectativas, algunos medios de gran llegada decían la semana pasada en sus titulares que continuaba “la corrida” y que el Banco Central volvió a vender 180 millones de dólares. Sin embargo, al bajar del título se explicaba en letra chica que de ese monto 150 millones habían sido para pagar combustible. En realidad, dichos egresos tuvieron que ver con la mayor actividad y con la suba descomunal del precio de los productos energéticos a nivel global. No hay que perder de vista que la deuda ha dejado de ser un problema en el corto y mediano plazo, una consecuencia de las favorables renegociaciones con los acreedores privados y el FMI. En este último caso, sin reestructuración habría que haber desembolsado en 2022 unos 19.000 millones de dólares, una cifra que hubiera sido imposible de afrontar.
La economía argentina suele enfrentarse a cuellos de botella en los momentos de crecimiento de la actividad económica debido a que los sectores productivos requieren de insumos importados para poder funcionar. Por eso son vitales las normas respecto del pago de las importaciones que se establecieron en los últimos 10 días, que apuntan a destinar divisas a los fines prioritarios.