Andrés Asiain
A sólo tres meses del acuerdo con el FMI ya retornaron las presiones cambiarias. El 2022 se inició con un fuerte efecto de arrastre en el crecimiento económico que dio lugar a un debate interno en el Frente de Todos, sobre la distribución de sus frutos. El sector más redistribucionista del FdT, referenciado en la vicepresidenta, alzó sus críticas porque el salario real no mejoró a la misma velocidad que la actividad, en parte por el impacto del alza de los precios internacionales de los alimentos sobre la, ya de por sí, elevada inflación interna. Desde el ala moderada, referenciada en el Presidente, se planteaba que no estaban dadas las condiciones políticas para implementar medidas que enfrenten esa inflación importada, pero intentaron amortiguar su impacto distributivo mediante la reapertura de las paritarias y bonos que ampliaron las transferencias a las familias más vulnerables. Ambas posiciones pecan de optimistas, ya que se concentran en el debate sobre la distribución de los frutos de un crecimiento económico que tiene escasas chances de ser sostenido. Con un nivel de reservas al borde de la línea de flotación, la discusión en torno del conflicto distributivo será reemplazada, en el corto plazo, por la discusión sobre el crecimiento en sí mismo, porque esta es una reactivación económica con poca nafta en el tanque. A más de un año de la elección del próximo gobierno y a sólo tres meses de la aprobación del acuerdo con el FMI, ya se concretó la primera “mini” corrida contra la deuda en pesos del Gobierno. La supuesta estabilidad cambiaria que generaría el acuerdo con el Fondo duró tan sólo tres meses, demostrando la falsedad de los argumentos de la mayor parte de las consultoras que recomendaron su firma. La negociación de la deuda dejó al país al borde de una cesación de pagos permanente, debiendo superar exámenes trimestrales para recibir desembolsos con los que cubrir vencimientos del empréstito. Así las cosas, se produjo una corrida sobre la deuda en pesos que impactó en un alza del dólar financiero paralelo. La corrida se acentuó por una gestión económica con pocos recursos y baja capacidad de reacción. Esto fue apenas un anticipo de lo que puede venir, pero ya nos deja metidos en la coyuntura que va a dominar la política económica de acá a diciembre de 2023: atajar penales en el mercado de cambios.