Adiós hambre cero

Las dudas sobre el cumplimiento de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por Naciones Unidas (ONU) han estado siempre presentes. Esta semana, la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ha tachado de la lista la meta número 2: Hambre cero. “No se logrará si se mantiene la situación actual”, alertó el organismo internacional. La crisis de Covid-19 y la guerra en Ucrania han modificado los hábitos de consumo y también de producción en el planeta. “Estos eventos están haciendo que aumente la incertidumbre y potenciando el riesgo de que los mercados agroalimentarios mundiales se fragmenten y de que se magnifiquen las amenazas del hambre”, advierte la FAO en su investigación “El estado de los mercados de productos básicos agrícolas (2022)”. Ucrania y Rusia son dos de los productores y exportadores de cereales más importantes del mundo, con una producción conjunta del 30% del trigo mundial, del 50% del aceite de girasol y del 15% de los fertilizantes. El conflicto armado ha generado, además, un alza de los precios “que muchos productores no pueden hacer frente”, denuncian los autores de la FAO. “Se prevé que el alza de los precios siga alto hasta el próximo año”, añaden. Un crecimiento que también se ve reflejado en la demanda de alimentos que será del 1,4% anual durante los próximos 10 años debido al aumento de la población. Sin embargo, las previsiones de aumento de la producción no crecen al mismo ritmo para saciar el hambre en la próxima década. Para conseguir cumplir las metas establecidas en la Agenda 2030 y eliminar el hambre en el planeta antes de la próxima década “es necesario incrementar la productividad agrícola mundial en un 28%”, revelan la FAO y la OCDE. Esto supone multiplicar por tres la producción de la última década. Además, las cosechas deberían duplicarse para llegar al 24%, mientras que la producción de carne animal tendría que crecer un 31%, dicen en sus conclusiones. Pero, “acabar con el hambre en menos de 10 sólo a través de la productividad es muy difícil”, destaca la FAO en su informe hecho público esta semana. Para eso, el organismo insiste en que apliquen “medidas más estrictas contra el desperdicio de alimentos y limitar el exceso de ingesta de calorías y proteínas en los países con mayores ingresos”. Ah, sí claro, dicen los países ricos.