Las antenas de telefonía celular proliferan en todas partes del mundo como respuesta a la creciente cantidad de usuarios de dispositivos personales y de la consecuente demanda de conectividad para las comunicaciones. Cuanto mayor es la cantidad de teléfonos que pretenden comunicarse en un área determinada, mayor debe ser la cantidad de antenas que estén activas en esa zona para evitar que colapse el servicio. Esto explica por qué en los centros urbanos se multiplica la presencia de antenas. Sin embargo, las antenas de telefonía móvil emiten radiaciones no ionizantes, que pueden ser nocivas para los seres vivos expuestos a ellas. La inquietud por los posibles riesgos y efectos en la salud genera rechazo en muchas comunidades, por lo que algunas empresas ocultan sus torres en el interior de falsos tanques agua o, como en Palm Springs (California), las camuflan como deliciosas palmeras.