El Gobierno busca la aprobación en el Senado para dar vuelta la página

El diputado de La Cámpora, Tomás Ledesma, fue el único entrerriano que votó en contra.

Con 202 votos a favor, la Cámara Baja de la Nación sancionó el proyecto de Ley que establece una refinanciación del crédito Stand-By, otorgado en 2018 a la administración de Mauricio Macri. Con la aprobación final en la Cámara Alta, el Gobierno piensa en sanar heridas internas y relanzar la gestión.

Por Mariano Osuna



Como adelantó Punto y Seguido, la columna política de los domingos de LA CALLE, finalizó una semana frenética en el trabajo legislativo, en la búsqueda de los consensos necesarios para avanzar en el entendimiento con el Fondo Monetario Internacional, con el propósito de tener un respiro en los próximos dos años de vencimientos cercanos a 40.000 millones de dólares. Entre el lunes y el martes pasaron por las reuniones conjuntas de las comisiones de Presupuesto y Hacienda, y de Finanzas: el ministro de Economía, Martín Guzmán; el jefe de Gabinete, Juan Manzur; gobernadores oficialistas y opositores, cámaras empresarias, la Sociedad Rural, asociaciones de Pymes, confederaciones de trabajadores y la Unión Industrial Argentina. Un día después, durante la jornada del miércoles, se llegó a un dictamen consensuado, donde el texto final sufrió distintas modificaciones para la obtención de una mayoría contundente durante la votación del jueves en la Sesión Ordinaria.
Los cambios determinaron que se avale la refinanciación, mediante el programa de Facilidades Extendidas, con el visto bueno del staff técnico y el directorio del FMI. El proyecto original incluía un articulado sobre las metas macroeconómicas, en materia de déficit, emisión monetaria y crecimiento económico. Juntos por el Cambio, como también el Interbloque Federal, afirmaban que eso es parte del programa económico del Gobierno nacional y que no requiere permiso del Poder Legislativo. Pese a las resistencias iniciales de Martín Guzmán, la mano del presidente Alberto Fernández, del presidente de la Cámara, Sergio Massa, y del jefe del bloque del Frente de Todos, Germán Martínez, terminaron priorizando el número mayoritario y el consenso con Juntos por el Cambio y, por decantación, con el Interbloque Federal.

Conteo final
La Sesión Ordinaria tuvo 202 votos a favor de la refinanciación del crédito tomado en 2018, el mayor en la historia del organismo financiero internacional. Además, 37 legisladores votaron en contra y 13 se abstuvieron. De los porotos positivos, 111 fueron del principal interbloque opositor, que solo tuvo el rechazo del ex ministro de Economía de Fernando De La Rúa, Ricardo López Murphy. El Frente de Todos aportó 77 votos afirmativos y 37 en contra del Acuerdo, entre los cuales estuvo Máximo Kirchner, Leopoldo Moreau, Gisela Marziotta, Alejandra Obeid y Sergio Palazzo. En ese conteo negativo, también estuvieron el Frente de Izquierda y los libertarios.

Entre los representantes entrerrianos, cinco de Juntos por el Cambio y cuatro del Frente de Todos, solamente el dirigente de La Cámpora, Tomás Ledesma, votó en contra del Entendimiento, alineado a la postura general de la organización porteña. Con un compromiso distinto en la defensa del proyecto, los opositores Marcela Ántola, Rogelio Frigerio, Pedro Galimberti, Gustavo Hein y Gabriela Lena; y los oficialistas Marcelo Casaretto, Carolina Gaillard y Blanca Osuna, aportaron su poroto a la sanción del Acuerdo.
La pelota ahora se encuentra en el campo del Senado de la Nación, donde nuevamente el Poder Ejecutivo necesita de los votos de la alianza opositora para la aprobación última del Proyecto de refinanciación de la deuda. Las diferencias puertas adentro del Frente de Todos también se materializan en la Cámara Alta, donde se da por sentado que habrá rechazos al texto que busca una salida transitoria al acuerdo realizado hace cuatro años por Mauricio Macri.

El día después
Con el fantasma del default un poco más lejos, la negociación técnica saldada y con la pandemia de covid en sostenido descenso, el Gobierno nacional tiene los ojos puestos en la agenda prometida en la campaña electoral que luego fue mutando. Con una mirada puesta en el foco geopolítico, atravesado por el contexto de Rusia, OTAN y Ucrania, y también por una región que tiene algunas variaciones sustantivas con el diálogo abierto entre Estados Unidos y Venezuela, petróleo mediante, y con la asunción de Gabriel Boric en Chile como nuevo presidente de la nación.
La inflación y los ingresos siguen siendo el problema principal de un Gobierno que requiere mieles macroeconómicas, bajo la mirada trimestral del FMI, pero también necesita que la mejora de los números generales en 2021 se riegue en los sueldos trabajadores, en el consumo popular y en la dinámica del mercado interno. Con la promesa de que el acuerdo con el organismo internacional no tendrá repercusiones en cuestiones estructurales, en materia de derechos, como reformas previsionales y laborales, el principal desafío de la gestión Fernández es concretar esa agenda en mejoras sustanciales.

Sanar heridas y el 2023
En la coalición de Gobierno hay diferencias transitorias y otras más profundas. La pregunta es si esa lista de disidencias se termina imponiendo por encima de los planes iniciales que convirtieron a la fórmula Fernández – Fernández en el sello de unidad. La cintura necesaria que aporte a la suturación de heridas es un paso indispensable en la efectividad de la tan esperada agenda post pandemia, como también en las oportunidades competitivas de retener el Gobierno nacional el año próximo.
¿Cuánto hay de ficción y cuánto hay de realidad sobre las discrepancias entre el binomio gobernante? ¿Entre el kirchnerismo y el albertismo?, o el rótulo que grafique ese escenario. La salud de esa convivencia será proporcional a la capacidad de gestión y de desarrollar distintas promesas de campañas. Acciones y hechos concretos que pongan especial foco en los bolsillos más desgastados por los tiempos flácidos de los últimos años.
Para Alberto Fernández hay yerros no forzados, desde Vicentín a la Reforma Judicial, que deben quedar como aprendizaje de lo pasado, porque no hay más tiempo de prueba y error. Los números de los comicios legislativos, sin caer en las comparaciones fáciles de una elección de medio término que merece distintos elementos de análisis, el cansancio social y mental de la pandemia mundial, las dificultades y las consecuencias de esos dos años, y la falta de un guiño en materia de shock de ingresos, pese a los intentos y las inversiones, ponen en debate los niveles de apoyatura social de una gestión que le costó entrar en ritmo y luego acelerarlo.
Juntos por el Cambio tiene sus propias internas, entre el liderazgo de Macri, quien sigue vigente, pero que no le alcanza para ser el candidato del frente opositor. Allí aparecen Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich como dos perfiles distintos, que no logran tener el acompañamiento cerrado de las distintas patas de la coalición. Por su parte, Gerardo Morales, en su calidad de presidente de la UCR y también de gobernador de Jujuy, levanta su imagen con el entusiasmo de ser quien logre ese puente fundamental para 2023, aunque las encuestas propias y ajenas desestiman las ganas del norteño.
Con el eco, que aún se escucha, de las posibilidades de desdoblamiento de los comicios en distintas provincias, entre ellas Entre Ríos, lo cual adelantaría unos meses el clima electoral, los tiempos de gestión y de las definiciones electorales se acortan. El Gobierno nacional sabe que de esa celeridad depende, no sólo regar o enterrar las chances del Frente de Todos, sino también que Alberto Fernández sea recordado por algo más que el administrador de la pandemia.

La inflación y los ingresos siguen siendo el problema principal de un Gobierno.
Alberto Fernández y Vicentin, un yerro no forzado.
Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich: dos patas de una mesa endeble.