En los años 60, Francia creó en un tramo de la costa entre Montpellier y Perpignan un destino de vacaciones. El proyecto conocido como “La Mission Racine” fue iniciado por el general Charles de Gaulle. Se contrataron arquitectos innovadores para construir en cada pueblo espacios únicos adaptados al entorno local. Su objetivo era generar lugares de ocio para los turistas y al mismo tiempo ofrecer una fuente de ingresos para la región. El proyecto resultó un éxito económico. Sin embargo, no sólo se trataba de enriquecer el área, el plan incluía una planificación urbana compleja e inusual, con una cuota de 18% de viviendas sociales. Había una determinación de ofrecer una alternativa a la costosa Costa Azul. Aunque parte de la promesa original ha perdido su brillo y la arquitectura moderna ahora parece anticuada, los valores centrales, en particular la idea de ofrecer vacaciones de verano asequibles para el ciudadano medio, siguen siendo clave para la gestión de la zona.