Bautismo
Estefanía Rodríguez fue ungida con los óleos bautismales en la parroquia Santa Teresita.
Canonización del padre Mario
El arzobispo de Buenos Aires, Mario Aurelio Poli, anunció la apertura de la etapa diocesana en la causa de canonización del padre Mario Pantaleo, con lo que se da formalmente inicio a este proceso a 29 años de la muerte del sacerdote. Poli dio inicio a la «causa» a través del «decreto correspondiente» que nombra «al Tribunal que se encargará de las actuaciones y da comienzo formal a la causa de canonización», precisó a través de un comunicado la Obra del Padre Mario, una organización que sigue con las acciones sociales que en vida comenzó el sacerdote. El objetivo de esta etapa es establecer «si el Siervo de Dios vivió las virtudes cristianas en grado heroico y su fama de santidad», señaló la organización y precisó que en septiembre de 2020, «la Congregación para las Causas de los Santos, con sede en el Vaticano, declaró el Níhil Óbstat, es decir que no encuentra obstáculos, para dar apertura”. La postulación fue realizada por el padre Daniel Medina, en representación de la Asociación Privada de Fieles Presbítero José Mario Pantaleo, que fuera formada para tal fin y cuenta con el apoyo de distintos grupos de seguidores de la obra del sacerdote que, durante varios años, recopilaron «más de 10 volúmenes de documentos y testimonios que ponen en evidencia su fama de santidad y demuestran que ha llevado una vida ejemplar, dedicada a Dios y de ayuda a la comunidad», agregó el comunicado.
Santoral
Los católicos recuerdan hoy a San Andrés apóstol. Tuvo el honor de haber sido el primer discípulo de Jesús junto a San Juan El Evangelista. Los dos eran discípulos de Juan Bautista y éste, al ver pasar a Jesús (cuando volvía el desierto después de su ayuno y sus tentaciones), exclamó: «He ahí el cordero de Dios». Andrés se emocionó al oír semejante elogio y se fue detrás de Jesús (junto con Juan Evangelista), Jesús se volvió y les dijo: «¿Qué buscan?». Ellos le dijeron: «Señor: ¿dónde vives?» Jesús les respondió: «Venga y verán». Y se fueron y pasaron con Él aquella tarde. Nuca jamás podría olvidar después Andrés el momento y la hora y el sitio donde estaban cuando Jesús les dijo: «Vengan y verán». Esa llamada cambió su vida para siempre. Andrés se fue luego donde su hermano Simón y le dijo: «Hemos encontrado al Salvador del mundo» y lo llevó a donde Jesús. Así le consiguió a Cristo un formidable amigo, el gran San Pedro. Al principio Andrés y Simón no iban con Jesús continuamente sino que acudían a escucharle siempre que podían y luego regresaban a sus labores de pesca. Pero, cuando el Salvador volvió a Galilea, encontró a Andrés y a Simón remendando sus redes y les dijo: «Vengan y me siguen» y ellos, dejando a sus familias y a sus negocios y a sus redes, se fueron definitivamente con Jesús. Después de la pesca milagrosa, Cristo les dijo: «De ahora en adelante serán pescadores de almas». El día del milagro de la multiplicación de los panes, fue Andrés el que llevó a Jesús el muchacho que tenía los cinco panes. Andrés presenció la mayoría de los milagros que hizo Jesús y escuchó, uno por uno, sus maravillosos sermones. Vivió junto a Él por tres años. En Pentecostés, Andrés recibió junto con la Virgen María y los demás apóstoles, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego y, en adelante, se dedicó a predicar el evangelio con gran valentía y obrando milagros y prodigios. Una tradición muy antigua cuenta que el apóstol Andrés fue crucificado en Patrás, capital de la provincia de Acaya, en Grecia. Que lo amarraron a una cruz en forma de X y que allí estuvo padeciendo durante tres días, que aprovechó para predicar e instruir en la religión a todos los que se le acercaban. La tradición coloca su martirio en el 30 de noviembre del año 63.