En un rincón remoto del Este de Colombia, cerca de la frontera con Venezuela, una comunidad austera de cristianos anabautistas prosperan donde hasta no hace mucho las guerrillas insurgentes y los paramilitares sembraban muerte y destrucción. Son un grupo de menonitas que en 2016 fundaron una colonia llamada Liviney. Los menonitas tienen sus orígenes en Frisia (Países Bajos). En el siglo XVI fueron expulsados de Europa por la persecución de la iglesia católica. Muchos terminaron en Rusia, antes de emigrar a las praderas de los Estados Unidos en los siglos XVIII y XIX. Hoy en día, hay comunidades menonitas en África y en toda América. En Colombia adquirieron 20.000 hectáreas y exportan soja y maíz. Pero en Liviney una nueva amenaza los acecha: los menonitas argentinos, actualmente, los mayores compradores de tierra que escapan de lo que ven como una «intromisión» del gobierno en la educación de sus hijos.









