Este sábado se cumplieron dos semanas desde que una caravana de casi 5.000 migrantes salió de la ciudad de Tapachula (Chiapas), cerca de la frontera con Guatemala, con destino a la ciudad de México y así lograr su anhelado sueño de pisar suelo estadounidense. El peligroso viaje plagado de obstáculos y enfrentamientos con la Guardia Nacional no detiene el flujo migratorio que se ha visto exacerbado en medio del aumento de la violencia y el desempleo en países como Guatemala, México y Haití. Mientras la magnitud de la caravana atrae la atención del mundo entero, otros indocumentados se trepan a los trenes de carga que se tambalean por el paisaje mexicano en la odisea de una nueva generación que huye de un legado de violencia relacionada con las drogas y las pandillas, una alta incidencia de abuso doméstico y ciclos implacables de pobreza.