Por David Bueno
En los animales, las interacciones sociales son imprescindibles para regular comportamientos básicos como el apareamiento, la alimentación y la defensa.
Por eso el cerebro controla muchos aspectos de estas interacciones. Sin embargo, hace unos años se descubrió que la microbiota intestinal, es decir, los microorganismos que hay en el intestino de los animales y que contribuyen a que digerimos y asimilamos mejor los alimentos, también influye en la interacción social.
Sin embargo, se desconocen los mecanismos cerebrales precisos sobre los que actúa la microbiota intestinal.
El investigador Wei-Li Wu y sus colaboradores, del Instituto Tecnológico de California y de la Universidad Nacional Cheng Kung de Taiwán, han analizado qué zonas del cerebro relacionadas con los comportamientos sociales se ven influidas por la microbiota intestinal.
Según han publicado en la revista Nature, los circuitos neuronales y hormonales que utilizan las bacterias intestinales para regular el comportamiento de los ratones y, por extensión, también de las personas hacen pensar que tienen la función principal de favorecer su propia dispersión y reproducción.
Dicho de otro modo, las bacterias intestinales incrementan la sociabilidad del huésped como un vehículo para poderse dispersar mejor ellos mismos entre un individuo y otro.
Esto, paralelamente, también mejora las posibilidades de supervivencia de los individuos, porque favorece las conductas sociales.
La microbiota intestinal está formada por unas 2.000 especies bacterianas diferentes, que se encuentran en simbiosis entre ellas y con el cuerpo.
Determinados desequilibrios en esta microbiota se traducen en diversas afecciones. Por ejemplo, se sabe que algunas microbiota favorecen la obesidad; otras se relacionan con problemas autoinmunes, e incluso determinados desequilibrios pueden favorecer la manifestación de trastornos del espectro autista.
La microbiota intestinal se adquiere después de nacer, a partir de las bacterias gastrointestinales de la madre y de las personas que conviven con el bebé.
Va cambiando con la edad debido a los cambios del mismo cuerpo, las alteraciones de la alimentación y, también, pasando algunas bacterias de unas personas a otras a través, precisamente, de la interacción social.
Para ver de qué manera la microbiota intestinal actúa sobre redes neuronales relacionadas con la interacción social, los científicos diseñaron experimentos con ratones a los que se les habían eliminado las bacterias intestinales.
Estos ratones muestran un nivel de estrés más elevado que los que tienen la microbiota intacta.
El estudio arrojó datos reveladores respecto de algunos factores que actúan en la socialización de las personas y que se originan… en los microbios de los intestinos.










