Pese al avance de la tecnología, los tradicionales discos siguen hoy más vigentes que nunca y se convierten en los elegidos para apreciar las obras musicales en toda su dimensión.
Por José María Villanueva
Los tiempos emocionalmente violentos que estamos atravesando como sociedad llevan a una tribu a buscar un respiro con la música, ese tesoro que significa poder parar un poco, bajarse del manojo de locura que nos envuelve en la diaria para gozar un poco de tranquilidad y belleza. Y en estos tiempos, también modernos, donde lo analógico es sinónimo de vejez, de antiguo, con la música pasando por plataformas monopólicas, dominadas por algoritmos que marcan la tendencia de la escucha, los discos de vinilos retornaron con la fuerza de la belleza, con la ceremonia de la escucha y del tiempo de disfrute.
Hace tiempo, décadas, los discos de vinilo bajo el brazo, caminando por las calles de Concepción, marcaban la tendencia de quienes lo llevaban. El roquero abrazaba los Beatles y Almendra rumbo a la casa de algún amigo, los folclóricos mesclaban Los Chalchaleros y Cafrune y el resto cargaba con melódicos o salseros. Todo se fue perdiendo poco a poco, primero con la aparición de los cassettes, con quienes convivieron unos años hasta que el CD irrumpió con fuerza, más pequeño, con más espacio para la música, más cómodos y con, aparente, menor sonido. Apareció el MP3 y esos aparatitos chiquitos, de los que se desprendían auriculares mínimos. Y la música terminó llegando también al celular. El disco, con su gran tamaño, se convertía en un objeto incómodo, viejo, hasta merecedor de burlas.
Durante una década, entre el menemato y los primeros pasos del siglo que ya vamos consumiendo, los discos resurgieron con fuerza, como oposición a la época de apuro y descarte que comenzábamos a vivir. Como tribus urbanas, fueron apareciendode la mano de quienes los habían guardados por amor a la música. Y aquellos jóvenes que los rodeaban en un abrazo, cuidándolos, transmitieron ese cariño a los pibes de hoy. Y la rueda vuelve a comenzar, a resurgir.
En Concepción, en la disquería de calle Congreso de Tucumán, Charly cuenta que el vinilo volvió fuerte “hace un poco más de cinco años. Y no es que sean caros, están al mismo precio de hace 30 años, como valieron siempre en todo el mundo” dejando entrever el problema económico del nuestro.
Rubén, desde el Puerto Viejo, cuenta que su colección supera los “200 discos, algunos son de las épocas en que salieron y tengo varios que fui comprando ahora. Se fueron sumando. Pasa que siguen siendo caros y, como se pusieron de moda ahora otra vez, el precio creció mucho, sobre todos para los discos de época. Hay varios grupos de Facebook que compran y venden mucho, de todo el país y podes conseguir lo que quieras. Además, el nuevo dios que es Mercado Libre es prácticamente una disquería enorme en la que podes pasarte la tarde entera buscando cosas”. Tardes enteras buscando discos como en su juventud en Discomonía 30 del entrañable “Sapo” Lacava o en el Centro Cultural del Disco, pomposo nombre para una disquería que se encontraba frente a Plaza Ramírez.
Rubén se apasiona cuando cuenta que “es un ritual esto. Tenés que tener tiempo, sentarte, poner el disco, dejarlo que gire mientras vas mirando la tapa, la caratula, que es otra de las cosas características, son obras de arte en pequeño, con dibujos e imágenes muy lindas, raras. Además, algunos traían también las letras de las canciones, quienes las tocaban o participaban en las grabaciones”.
El precio de las nuevas ediciones arranca desde los 2.000 y llegan, según lo que ofrezcan, a más de 50 mil pesos, mientras que las ediciones originales en buen estado y de bandas o intérpretes de culto, puede llegar a valer cinco cifras o más. Y en este sentido, la industria reaccionó rápidamente, poniendo en marcha nuevamente la maquinaria para la reedición de discos, lanzando la mercados una gran cantidad de títulos que fueron éxitos en la década del 60, 70 y 80, sacando del olvido a viejas joyas de la música argentina y universal que habían caído en el olvido. Hoy, la venta de vinilos vuelve a estar presente con mucha fuerza en las casas de música y hasta el histórico diario La Nación lanzó una colección de discos que se pueden adquirir en los kioskos de diarios y revistas.
Rubén regresa expresando su alegría “por este retorno. Muchos jóvenes de hoy se encontraron en sus casas con colecciones de sus padres, algunas de ellas de gran valor por estar bien conservadas y de bandas buscadas. Me da pena que las vendan rápidamente sin poder apreciar la belleza que contiene, aunque muchas veces la falta del equipo para reproducirlos es un motivo válido para venderlos”. En ese sentido, el regreso del vinilo trajo también la búsqueda de las bandejas, amplificadores y equipos de audios para poder disfrutarlos, aumentando también considerablemente sus precios, mientras que algunas fábricas decidieron lanzar bandejas de escuchas modernas que “están muy lejos de los equipos de los 70´, que son los mejores sin ninguna duda” agrega Rubén cortando cualquier posibilidad de opinión distinta.
El Artaud
Artaud es el tercer disco de Pescado Rabioso a pesar de estar compuesto y grabado íntegramente por Luis Alberto Spinetta. El disco, considerado el mejor del rock argentino en esos rankings inútiles de revistas fue publicado en 1973. Su extraña tapa de manera no cumple con la forma cuadrada usual sino que se dispara de manera irregular, con cuatro puntas que rompen todo equilibrio, de color verde y con la foto tipo carnet de Antonin Artaud, el poeta frances. Ese disco, en su edición original que traía además las letras, es el más buscado y uno de los más caros en su versión original del 73’, con un precio superior a los 65 mil, según el estado en el que se encuentre.
Armando el equipo
El resurgir de los vinilos trajo también la valorización de los equipos de audios y de aquellos centros musicales, que contenían en una sola pieza una bandeja para discos, un reproductor de casetes y radio AM/FM. Son muy buscados los equipos de audio de los 70 y los primeros años de los 80, ya completos o se pueden ir adquiriendo por partes hasta completar un set armado con amplificador, bandeja, casetera, con precios que vn desde los 60 mil en adelante, de acuerdo a la potencia y calidad que se busque.