Carne viva

Para garantizar el abastecimiento del mercado interno y estabilizar los precios de la carne, de gran incidencia en la canasta de alimentos, el Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca de la Nación estableció la Resolución 75/2021. De inmediato las entidades que conforman la Mesa de Enlace anunciaron el cese de la comercialización. Según datos oficiales, las exportaciones de carne respecto del total de la producción se incrementaron fuertemente en los últimos años (pasando del 7,3% en 2015 al 28,5% en 2020) como consecuencia de la mayor compra de países como China. Están por encima de los niveles que se consideran adecuados para proveer al mercado interno. Alberto Fernández lo resumió con claridad: “no celebró que le hagan pagar a los argentinos el precio que le hacen pagar por la carne, y que les den una migaja de 8.000 toneladas de carne (el volumen incluido en los últimos acuerdos para distribución de carne a precios más bajos que los del mercado) cuando acá se consumen 200.000”. Uno de los argumentos que se esgrimieron para rechazar la medida es que con el cierre temporal de las exportaciones (30 días) se generará un “daño irreparable”. También dicen que se terminaría afectando las decisiones de los productores y que ello, a futuro, derivaría en una menor oferta y en mayores precios domésticos. Sin embargo, los elevados precios cárnicos que hoy están impactando en los bolsillos existen a pesar de que entre 2015 y 2020 el volumen de la producción de carne vacuna (res con hueso) creció 16,1%. Suponer que de manera natural el aumento del volumen va a bajar los precios es una apreciación carente de sustento real. Lo saben, pero mienten. Un país que persigue el bienestar colectivo, en primer lugar debe priorizar a su gente, y luego exportar los excedentes. No al revés, es decir, exportando todo lo que puede, dejándole al consumo interno lo que queda, y a precios internacionales. La libertad no es un valor absoluto, es válido en tanto no conspire contra los derechos de los demás. Y en el caso de la fijación de precios, los grandes monopolios claman libertad solo para aumentar sus márgenes de ganancia.