El recuerdo sobre la versión que dio ante el tribunal, de la noche que cambió su vida para siempre.
Nahir Galarza insiste en que no recuerda lo que pasó en el instante que vio por última vez a Fernando Pastorizzo, la madrugada del 29 de diciembre de 2017, en Gualeguaychú.
Escuchó una explosión. Luego otra. Como si la mente se le hubiese puesto en blanco o apagado después de un cortocircuito, según dijo. «Se me apagó la mente», declaró ante el tribunal.
«No se puede entender, nunca fue imaginado», dice una parte de unos de los primeros poemas que escribió en prisión y entregó a Infobae en la entrevista exclusiva que le dio el 17 de diciembre de 2018. Ella dice que no tiene nada que ver con el suceso que la llevó a la cárcel de mujeres de Paraná, pero al mismo tiempo dijo más de una vez, que nunca pensó que podía llegar a matar a una persona.
En el juicio, Nahir declaró que un disparo la aturdió, luego otro, y que no supo qué hacer. Al final sintió el impulso de volver a su casa. Sobre la calle quedó el cuerpo de la víctima, y al costado la moto en la que iban. «Fue un accidente», declaró. No le creyeron. Para los jueces del Tribunal Oral de Gualeguaychú, presidido por Mauricio Derudi, fue culpable. El 3 de julio de 2018, la condenaron a cadena perpetua por el delito de homicidio agravado por el vínculo y el uso de arma de fuego.
Pese a que ella jura que nunca fue su novio y que la maltrataba física y psicológicamente. «Me decía lo peor que se me puede decir: depresiva», declaró ante los jueces.
A tres años del crimen quedan varias dudas y Nahir considera que la «siguen condenando por algo que nadie quiere admitir. Asesino es el que mata por placer, mi situación no fue así, ni el contexto ni el día del hecho. En algún momento me van a escuchar», dijo.
«Siempre voy a llevar el dolor toda mi vida. Me siento mal porque ese día que busco olvidar terminó muriendo una persona joven. Ese peso lo llevaré toda mi vida. Yo hice el duelo que tenía que hacer. Reviví todo, con todo me refiero del hecho para atrás y hasta ese día, lo que me acordaba, porque sinceramente había cosas que no me acuerdo. Declaré en el juicio porque lo tenía que hacer, dar una explicación, me pareció que tenía que desprenderme de todo eso. Además de asimilar todo lo que me estaba pasando ese día, que lo tuve que contar en el juicio, fue muy difícil. Cuando terminé de declarar, salí y fui a ver a mis padres, lloré lo que tenía que llorar y ya está, dije, nunca más me quiero acordar esto, y me desprendí, no quiero volver al pasado. No quiero estancarme ni quedarme en ese día horrible. Todo lo que debía decir de ese día lo dije en el juicio. No quiero volver a hablar de este tema, además no quiero ser malinterpretada. Ya fui juzgada y condenada», dijo en una entrevista.