¿Que es ser normal? ¿Quién determina «lo normal»? ¿Por qué alejarse de la «norma» es necesariamente una desviación? ¿Por qué nos regimos por normas en la sexualidad? Son preguntas que me surgen al releer el escrito publicado en el correo de lectores el día domingo por el Señor Aguirre.
La publicación planteaba, refiriéndose a la comunidad LGBTIQ, que existen «conductas desviadas que no obedecen a lo normal».
Yo le sugeriría al Sr autor del escrito que investigue y lea acerca de los estragos que ha hecho la clínica médica-psiquiátrica del siglo XIX y XX (y aún hoy) planteando la existencia de lo normal y lo anormal.
Ud no sabe el peligro que se corre en el interior del campo de la Salud Mental si continuamos reproduciendo la distinción entre lo «normal y lo patológico».
¿O acaso Ud no sabe que los manicomios han sido pensados para los «anormales», aquellos que se desvían de la norma como usted dice? Me gustaría que lea la Ley Nacional de Salud Mental 26.657 o la Ley de Identidad de Género 26.743 para que tome dimensión de cuán alejado está su pensamiento de los tiempos que corren.
¿Está usted al tanto de las luchas gestadas dentro del campo de la Psicología, del Psicoanálisis, del Acompañamiento Terapéutico, de la Asistencia Social, por derribar ese tipo de prácticas, que no hace otra cosa que ubicar a una persona en un lugar con una etiqueta del cual no puede librarse?
¿De qué modo una persona puede desprenderse de un rótulo que le fue asignado de antemano sin que nunca se haya escuchado a su posición deseante?
¿Está usted al tanto de cuánto puede dañar a una persona comentarios como los suyos? ¿Sabe que incurrió en un acto de discriminación? Con este escrito no tengo la intención de atacar ni convencer a nadie, sólo es una invitación a interpelarse y a reflexionar sobre nuestros decires.
Lucas Giqueaux