Sobre la robotización en curso

Señor director:
En el otoño del 2001 yo vivía en Oporto y, un día, mientras paseaba cerca de la universidad, vi pintado sobre la pared una frase inquietante: “¿Fuiste hoy un buen robot?” Tan dramática ironía reflejaba para mí la frustración del estudiante al escribirla, consciente de que ya se estaba incubando lo que habría de ser el mundo desde aquel tiempo en adelante. De hecho, veinte años después, la indignación y desengaño que seguramente motivó al estudiante a escribir aquello es ya norma de vida aceptada mansamente por la inmensa mayoría, y hasta incluso por los cerebros más lúcidos, porque aun sin querer han tenido que entrar por el aro, al no poder subsistir fuera del sistema. El modelo de cultura dominante mayormente nihilista, se ha vuelto cada vez más subordinado a las normas dictadas por los organismos internacionales, claramente decididos a robotizar las mentes de todo el mundo promoviendo ideologías engañosas como que “disminuir la población garantizará el bienestar”, o que “no tendrás nada y serás feliz”.
Está claro que desde hace mucho tiempo hemos pecado de incautos tragándonos el suero del materialismo absolutista suministrado por las élites ocultas y no tan ocultas, hasta el punto de sentirnos cómodos adoptando el comportamiento de robot. “¡El mundo es de los robots!” “¡Vivan los robots!” Sin embargo, más allá de la influencia de las élites que apadrinan la robotización, también hay personas que no sucumben al embrujo de la filosofía ateísta implícita en sus planes. De hecho, el abrasivo efecto de las explotadoras políticas en curso desde la era industrial para acá, ha contribuido a que muchas personas se blinden contra ellas adoptando formas de vida saludables, o directamente abrazando la vida espiritual, en clara resistencia a ser robotizado.
A este respecto, cabe destacar la positiva influencia ejercida por el Movimiento Hare Krishna –mediante la distribución de millones de libros de profundo fundamento filosófico como la Bhagavad-gita, y la ejemplar forma de vida de los miembros que lo integran–, lo cual puede sustentar sólidamente las iniciativas de quienes no deseen claudicar ante el avance del rabioso materialismo decadente, e incluso subvertir su nociva y desastrosa influencia, haciéndolo colapsar inevitablemente.
Para entender lo que ocurre ahora, conviene tomar en cuenta la ley del ritmo, la cual establece que la energía del universo fluye y se mueve a ciertos ritmos, como un péndulo, de modo que cada vez que algo gira hacia la derecha, debe girar hacia la izquierda Todo está fluyendo y balanceándose de un lado a otro constantemente. Todo avanza y retrocede, asciende y desciende. Cada acontecimiento provoca un efecto compensatorio proporcional a la fuerza impulsora que transmite.
Lucas Santaella