Pocas manos

Carlos Heller

Desde hace unas semanas se ha tratado de instalar desde los medios concentrados que repersentan de información la fase: “La platita que le están entregando a la gente”. Se impone una reflexión a la luz de los acontecimientos actuales: ¿cuál es el problema de reabrir las paritarias y seguir con las ayudas económicas a los sectores más vulnerables (personas humanas y pequeñas empresas), que justamente tiene como objetivo que la ciudadanía mejore su poder adquisitivo? Eso se hace con dinero. No es serio indignarse porque en Argentina hay un 40,6% de pobres y criticar a la vez medidas que pretenden darle más recursos a la ciudadanía. En una de sus últimas presentaciones, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, señaló que “por primera vez en dos décadas, la pobreza extrema está aumentando”. Al analizar las consecuencias de la pandemia, aseguró que “devastó las economías y las sociedades de todo el mundo, con unos 120 millones más de personas cayendo en la pobreza el año pasado”. Estas preocupantes estadísticas describen una situación desesperante para millones de personas que, en pleno siglo XXI, no tienen siquiera acceso a una alimentación digna. Guterres advirtió que la desigualdad es de larga data, y destacó que “incluso antes de la pandemia, los 22 hombres más ricos del mundo poseían más riqueza que todas las mujeres de África, y esa diferencia no ha hecho más que aumentar”. No caben dudas de que la pandemia dejó un mundo más desigual en términos de riqueza, y que generó una transferencia de recursos inédita hacia los que más tienen. En este marco, la resolución publicada por la Secretaría de Comercio Interior justifica la implementación de controles de precios en tanto “se han advertido y verificado aumentos generalizados en productos tanto de alimentos para la población, así como también de productos de higiene y cuidado personal; los que resultan irrazonables”. La concentración del poder económico en pocas manos es uno de los principales problemas a resolver y requiere de la aplicación de políticas que implican regulaciones. La “mano invisible” del mercado que asigna recursos de forma eficiente es como los Reyes Magos, no existe. Los que predominan son sectores concentrados que en general tratan de maximizar las ganancias, a costa de los consumidores y los hogares. Para modificar esta injusta distribución de la riqueza está el Estado.