La guerra de los necios

Hace 50 años Richard Nixon declaraba la “guerra global contra las drogas”. Desde entonces el narcotráfico no hizo más que agravarse, no sólo en Estados Unidos. Hoy, según la ONU es el negocio ilegal más grande del mundo. Mueve más de 320.000 millones de dólares anuales.
Cuatro de cada 10kg de cocaína que se producen en el mundo, se consumen entre los 320 millones de ciudadanos estadounidenses. Los otros 6kg se reparten entre las restantes 7.500 millones de personas que habitan el planeta.
Pero sus sucesivos gobiernos, de Nixon a Biden, siguen exportando su modelo represivo a otros países con consecuencias económicas, sociales y ambientales catastróficas.
John Daniel Ehrlicham, quien por 1971 era asesor de Política Interior de Nixon, reconoció muchos años después, que la guerra contra las drogas fue ideada por él. “La Casa Blanca de Nixon tenía dos enemigos: la izquierda anti guerra y los negros”, explicó Ehrlicham. Criminalizar su consumo podía facilitarles perseguir y encarcelar a los líderes de esos grupos, integrados por hippies y afrodescendientes, porque era fácil hacer que el público asociara a los primeros con la marihuana y a los segundos con la heroína.
“Sabíamos que no podíamos hacerlos ilegales por ser negros o estar en contra de la guerra, pero prohibiendo ambas sustancias podíamos fragmentar sus comunidades, redar sus casas, disgregar sus reuniones y demonizarlos todas las noches en las noticias”.
Fue una política cínica, pero en los términos de sus impulsores, efectiva. El problema son los estragos que precipitó a escala global.
Sólo en México se registran 15.000 asesinatos por año desde que ese país aceptó seguir las exigencias de su vecino del norte. Colombia se prepara a volver a erradicar los cultivos ilícitos mediante la aspersión aérea con glifosato, pese que a la Corte Constitucional ordenó suspender esa práctica en mayo de 2015. Y en la Argentina casi el 70% de los presos por drogas no tienen condena. Afuera, se trafican menos kilos y el precio aumenta todos los días. Disminuye la oferta, pero persiste la demanda. Un negocio brillante.