Niños de entre 10 y 13 años durante una sesión de entrenamiento de armas de la fuerza policial comunitaria en Ayahualtempa, en el estado de Guerrero, México. Muchos de ellos se vieron obligados a dejar la escuela debido a las actividades del cartel de la droga de “Los Ardillos”. Los menores se han sumado a la autodefensa campesina para resistir al grupo criminal que domina la región y que quiere la tierra y la mano de obra semiesclava para la goma de opio, la materia prima de la heroína. Quien no se pliega a “Los Ardillos” lo paga caro. Guerrero es el tercer estado más violento de México. Allí ocurrieron 1.434 de los 34.552 homicidios registrados en el país en 2020.