Hojas Sueltas. Negocio II

Esther Vivas

A pesar de que las actuales cuatro grandes multinacionales que controlan el negocio de las semillas y el mercado de los agroquímicos señalan el carácter “amigable” de estos productos con la naturaleza, la realidad es justo todo lo contrario. Hoy, tras años de suministro del herbicida de Monsanto RoundupReady, a base de glifosato, que ya en 1976 fue el herbicida más vendido del mundo (datos de la misma compañía), y que se aplica a las semillas modificadas genéticamente para tolerar dicho herbicida mientras que éste acaba con la maleza, varias son las hierbas que han desarrollado resistencias. Sólo en Estados Unidos, se han documentado 130 malezas resistentes a herbicidas en 4,45 millones de hectáreas de cultivos, según datos del Grupo ETC. Lo que ha llevado a un aumento del uso de agrotóxicos, con aplicaciones más frecuentes y dosis más elevadas para combatirlas, con la consiguiente contaminación ambiental del entorno. Las denuncias de campesinos y comunidades afectadas por el uso sistemático de pesticidas químicos de síntesis es una constante. En Francia, el Parkinson es considerado una enfermedad laboral agrícola causada por el uso de agroquímicos, después que el campesino Paul François ganará la batalla judicial contra Monsanto, en el Tribunal de Gran Instancia de Lyon en 2012, y consiguiera demostrar que su herbicida Lasso era responsable de haberlo intoxicado y dejado inválido. Una sentencia histórica, que permitió sentar jurisprudencia. El caso de las Madres de Ituzaingó, un barrio de las afueras de la ciudad cordobesa, rodeado de campos de soja, en lucha contra las fumigaciones es otro ejemplo. Tras 10 años de denuncias, y después de ver cómo el número de enfermos de cáncer y niños con malformaciones en el barrio no hacía sino aumentar (de 5.000 habitantes, 200 tenían cáncer), consiguieron demostrar el vínculo entre dichas enfermedades y los agroquímicos aplicados en las plantaciones sojeras de sus alrededores (endosulfán de DuPont y glifosato de RoundupReady de Monsanto). La Justicia prohibió, gracias a su movilización, fumigar con agrotóxicos cerca de zonas urbanas. Pero las aplicaciones persisten. Mientras que las ventas de pesticidas han descendido de manera sostenida en Europa desde el año 2009, su uso en los países de la periferia aumentó. En la última década África y Medio Oriente tuvieron el mayor consumo de pesticidas. Y en América Central y del Sur su uso ha escalado. ¿Quién controlará la economía verde? Business as usual.