Hojas Sueltas. Campaña

Sergio A. Rossi

Boris Vian, cultor del absurdo en un país que ha presumido de ser el país de la razón, puso de título “Que se mueran los feos” a una extraña novela en que unos científicos extravagantes buscaban crear una raza superior de hombres y mujeres. Todos lindos, todos atléticos, todos inteligentes, todos eternos y sonrientes. Por cierto que todo terminaba en un desastre. Mucho más conocida es la novela de Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray. Sabido es que Gray no envejecía nunca, mientras el retrato se envilecía. Otro desastre el del final, cuando ante la destrucción del retrato el pobre (?) Dorian se presenta con su físico decadente y su alma abyecta. En La invención de Morel Bioy Casares describe cómo figuras inmarcesibles representan, periódica y regularmente, un extraño ritual al que permanece ajeno el único espectador real, un evadido que llega a la isla. Evadido que es ignorado por los fantasmas, cuyas vidas fueron registradas por una vez y para siempre por la máquina creada por Morel. Fontanarrosa nos deleitó con una historieta de Boogie en que un matón decadente espera ansioso una cita con una deslumbrante actriz peruana. El hombre la adoraba tras haber visto por años todas sus películas, y había logrado pactar con la mujer un encuentro íntimo. El tremendo desenlace se da cuando descubre que las películas peruanas llegan con muchos años de tardanza a EE.UU., y la belleza de la señora se ha esfumado. Sólo queda una vieja desagradable que lo persigue lascivamente. Ante tan tremendos interrogantes sobre la juventud, la belleza y la eternidad ¿no será llegada la hora de preguntarnos sobre la posibilidad de prohibir retocar fotografías de los candidatos en la publicidad electoral? Que cada uno salga en la foto más o menos como es. No me gustaría que una quinceañera que me invita a votarla se transformara, de acceder a una banca, en un ser amargo y envilecido. Ni que esos personajes eternos de sonrisa perfecta del cartel me ignorasen con la siniestra indiferencia de los espectros de la isla de Bioy. No vayan a creer que pienso que la vejez implica sabiduría. Pero sigo dando importancia al vínculo personal, estructurado, comprometido y militante entre dirigentes y dirigidos, representantes y representados, votantes y candidatos. No faltará el estudiante de periodismo que me recuerde que Nixon perdió el debate con Kennedy por ir mal afeitado y mostrarse adusto. Yo le diré que hubiera sido mejor que no ganara 12 años después, tras afeitarse y a pura sonrisa.