El telegrama

Acostumbrado a que en ningún cajero automático de la ciudad te exigen el barbijo para ingresar y que esos lugares son un viva la pepa, bajé del auto para ingresar al cajero de banco Credicoop y al ingresar me detuvo un policía. El oficial, con muy buenos modales, me explicó que sin tapaboca no se podía ingresar. Fue así que volví al auto, busqué el elemento necesario, volví y el policía me reconoció; por lo tanto me agradeció mi comportamiento, ya que según él la gente lo ataca cuando él sólo quiere cumplir con la orden que le bajan.
Martín Ahuerma