El que nomina, domina

Ballpoint pen attached to blank loose-leaf paper placed on wooden table

Por: Sergio A. Rossi

La Nación editorializa sobre uno de sus tópicos predilectos: qué nombres deben tener calles, edificios y lugares públicos. “Nombres que sean símbolo de unidad”, repite y nos aclara que, “lamentablemente, muchos de nuestros espacios públicos conservan nombres que alimentan divisiones y visiones personalistas de la historia”. Llama a la concordia y a sólo nombrar con lo que nos une. Miente, como siempre. Y digo que sus llamados a la concordia son mentirosos porque cuando la oligarquía da nombres busca ofender y provocar. Lo hicieron al nombrar la plaza y establecer la estatua de Lavalle frente a la casa de Dorrego, para afrenta de su memoria y de sus deudos cada vez que abrieran la ventana.
Y lo hicieron al zampar el Parque 3 de Febrero y la nomenclatura sarmientina sobre los restos de la casa de Rosas. Los ejemplos son infinitos. Además, ¿no encarna Mitre esas divisiones y visiones personalistas de la historia? Les comparto el recuerdo de algunas deliciosas opiniones que nos dejaron sobre él contemporáneos suyos, muy liberales todos. “Los viejos unitarios no entienden jota de la verdadera república; el cerebro de ellos ha perdido, hace tiempo, su maleabilidad; allí no caben las ideas de las instituciones libres; fueron vaciados en el molde de la autoridad, y tienen que ser autoritarios a la fuerza. (…) Viejas ideas unitarias, viejos sistemas intervencionistas, viejos odres, viejos trapos: Sarmiento, Mitre, La Prensa, La Tribuna y tutti quanti, cerebros empedernidos, corazones osificados, sepulcros blanqueados, ojos dirigidos hacia el pasado, inteligencias retrospectivas, sonámbulos del retroceso, moneda chica del despotismo, reliquias vivientes de la época monárquica y tiránica. (Alejo Peyret).“La doctrina de nuestros liberales es la copia del maquiavelismo –ellos lo han dicho desde la tribuna del periodismo, que todos los medios son buenos para llegar al fin, y a fe que son consecuentes con su doctrina- (…) y se llaman liberales y por antonomasia libertadores; ¡pobre juventud argentina! que tanta veces ha sido empujada al abismo, a votar por los que más tarde les debían cerrar las puertas del templo de la libertad, por la que engañados se dejaron seducir tantas veces para levantar la oligarquía, que debía disponer de su suerte, y de sus derechos (…) Otro rasgo de la moral política de D. Bartolo y los liberales”. (Ovidio Lagos – diario La Capital, noviembre de 1867)