El cincuentenario de la Escuela Normal en 1923

Celia Torrá ejecuta el Himno de la Normal (Archivo Histórico).

* Por el licenciado Jorge Pedro Fruniz, Archivo Histórico Escolar, Escuela Normal Superior Mariano Moreno

“El pueblo del Uruguay se siente hondamente conmovido ante la perspectiva magnífica de estos momentos de recordación y justicia” decía el Diario La Juventud de Concepción del Uruguay en marzo de 1923. Y continuaba: “(…) Hoy se cumple el cincuenta aniversario del día que por primera vez abría sus puertas la Escuela Normal Mixta de Profesores” (…) intensamente dedicada a la formación de maestros que le dieron fama y que se diseminaron por todo el país para ejercer con acierto y sabiduría el noble apostolado (…) Es la segunda escuela de la República en antigüedad, de modo que el cincuentenario de su fundación debe ser motivo de legítimo orgullo e íntimo regocijo para la escuela argentina y máxime, cuando en este caso se ha mantenido incólume a través de los años la tradición de la casa a la que imprimiera su sello inconfundible la primera directora, la inolvidable Doña Clementina C. de Alió (…)”
Efectivamente, el año 1923, no pasó inadvertido en la localidad y, menos aún, en el establecimiento. Fue un año de festejos inéditos: el cincuentenario de la institución, abierta el 16 de marzo de 1873.
A la celebración de este gran festejo, asistieron entre otros el excelentísimo ministro de Justicia e Instrucción Pública de la Nación, doctor Celestino J, Marcó y el excelentísimo gobernador de Entre Ríos, don Ramón Mihura, y sus respectivas comitivas. A ellos, se sumo la llegada del general Alvear, un buque a cuyo bordo viajaban los ex alumnos de la casa, recibidos con gran alboroto por la comunidad uruguayense en el puerto local. Juntamente con los visitantes, llegó el jefe del 10 de Infantería, teniente coronel Arturo Clipton Goldney, quien asistió, por especial, designación del excelentísimo ministro de Guerra, coronel Agustín P. Justo. Entre las distinguidas viajeras, se encontraban: Trinidad y Matilde Moreno, Celia Torrá, María Angélica Balbuena, Elvira N. de Clemona, Ángela Santa Cruz, Amelia Parodi, Elisa Broggi, Odila Uncal, Ana M. Vidal, entre otras pioneras ex alumnas.
Dicen las crónicas que el salón de actos, discretamente arreglado, presentaba un bellísimo aspecto que “fue en momentos pequeño para albergar el numeroso público presente” que asistió, entre otros aspectos del programa, a su nombramiento como Clementina C. de Alió, realizando allí también el descubrimiento del busto de bronce y mármol, encargado para la ocasión y costeado por un grupo de ex alumnas.
Entonado el Himno Nacional, tomo la palabra el rector del establecimiento, doctor Godoy, y se entonó posteriormente el Himno a la Escuela, creado por la señorita Celia Torrá, ex alumna violinista, como sabemos, de destacada actuación internacional. También, hizo uso de la palabra en nombre de las ex alumnas, la distinguida señorita Ángela Santa Cruz; cerrando finalmente los discursos el doctor Tibiletti, ex rector del Colegio del Uruguay.
Al acto formal, le siguió un “banquete” que la comisión de fiestas daba en honor de las autoridades nacionales y provinciales, y ex alumnas que concurrieron al festejo, tomando allí también la palabra, varios de los presentes como el profesor Carlos Pizzurno, y la señorita María Amalia Torrá, y descubriéndose la placa conmemorativa del cincuentenario, que puede verse aún hoy en el hall de ingreso, previo al ingreso a la Rectoría, ejecutado por Gottuzzo & Piana, firma que confeccionó también la medalla de recuerdo.
Pero ocurrió otro detalle en el programa: la peregrinación a la tumba de la señora de Alió. Según dicen las crónicas, este fue quizá el más sentido de los homenajes, congregando a varias generaciones, entre las que se encontraban sus ex alumnas, pero también los hijos de sus hijos: “(…) todos poseídos del mismo sentimiento de admiración y respeto, fueron a llevar su tributo de flores como si quisieran hacer revivir en ellas toda la belleza, toda la grandeza del alma de aquel elevado espíritu”.
Era una comunidad reunida, conscientemente, para celebrar el origen del normalismo argentino, la Casa de Maestras, primero; de Profesores, más tarde.
Decía en aquella ocasión el rector Godoy, ante la presencia de tantos ex alumnos: “(…) Siento que por un puente de plata pasa suavemente encendido el recuerdo de los maestros presentes como si hubiera de convertirse en foco de luz al celebro común de la vieja escuela. Años tras años dispersáronse en silencio hacia todos los vientos del país y, bajo el juramento de honor, fueron sembrado abecedarios y forjando caracteres”.Ésta fue la grandeza de la Escuela: ser un semillero de vocaciones en favor de la educación argentina, que forjaron el posterior emblema del establecimiento, bajo la consigna ‘Mellificate apes’.
Como ayer, hoy necesitamos recordarlo, quizá con mayor esfuerzo y voluntad. Volver a echar lustre a nuestros bronces, redescubrir nuestra raíz, nuestra historia común, que se compone de todos los actores que han pasado y siguen pasando, tras los muros, aulas y patios, de la Escuela Normal de Concepción del Uruguay.
Que la distancia social y la realidad actual que vivimos, nos haga más reflexivos y conscientes, a nosotros, también, del tesoro que custodiamos. Encaminémonos juntos como uruguayenses, al año 2023, que deberá encontrarnos prontos para un festejo igual y, a la vez, mayor: nuestro sesquicentenario.
En el día del nacimiento de Mariano Moreno, quien, desde 1958, da nombra a la institución, te celebramos Escuela ¡Feliz 147° aniversario!