Editorial. Negocios I

Por Esther Vivas

“La semilla del diablo”, así fue como el popular presentador del canal estadounidense HBO Bill Maher bautizó, en un su programa, en referencia al debate sobre los Organismos Genéticamente Modificados, a la multinacional Monsanto, antes de que Bayer pagará 63.000 millones de dólares para adquirirla. Desde entonces Bayer- Monsanto se convirtió en la empresa más grande del mundo y la número uno en semillas transgénicas, el 90% de los cultivos modificados genéticamente cuentan con sus rasgos biotecnológicos. Un poder total que le permite estar a la cabeza de la comercialización de semillas y fitosanitarios. Pero no fue la única fusión, también se constituyeron: Dow Chemical con DuPont y ChemChina con Syngenta. Cinco de las “Big Six” se combinaron, exceptuando a BASF. Esta concentración les dio poder para imponer qué se cultiva y qué se come. Lo que erosiona la seguridad alimentaria. La avaricia de estas empresas no tiene límites y su objetivo es acabar con variedades de semillas locales y antiguas, aún con peso significativo especialmente en las comunidades rurales de los países del Sur.
Unas semillas autóctonas que representan una competencia para las híbridas y transgénicas de las multinacionales, las cuales privatizan la vida, impiden al campesinado obtener sus propias simientes, los convierten en “esclavos” de las compañías privadas, a parte de su negativo impacto ambiental, con la contaminación de otros cultivos, y en la salud de las personas.
La introducción en los países del Sur es una prioridad para estas compañías. Bayer-Monsanto, como reconoce su principal rival DuPont-ChemChina, es el “guardián único” del mercado de semillas, controlando, el 98% de la comercialización de soja transgénica tolerante a herbicida y el 79% del maíz, lo que le da poder como para determinar el precio de las simientes con independencia de sus competidores. Sin embargo, Bayer-Monsanto no tiene suficiente con controlar las semillas, para cerrar el círculo, busca dominar aquello que se aplica a su cultivo: los agrotóxicos.
Esta empresa controla el 24% del mercado de insecticidas, herbicidas y fungidas. Tres empresas controlan así el 70% de los pesticidas químicos de síntesis que se aplican a los cultivos a escala mundial. Los mismos que venden a los productores las semillas híbridas y transgénicas son los que les suministran los pesticidas a aplicar. Negocio redondo.