Editorial. Contrastes

Por Carlos Heller

La oposición intenta hacernos creer que no gobernó entre 2015 y 2019. Según detalla el Memorándum que el gobierno macrista envió a la SEC (organismo que regula el mercado de valores) al emitir el conocido “Bono a 100 años”, el déficit primario en 2015 era del 1,8% del PIB, mientras que el financiero era del 3,9%. Es cierto que el déficit primario se había reducido al 0,5% al finalizar la anterior gestión en 2019, pero fue a costa de un fuerte ajuste salud, educación, etc. Y omiten decir que el que importa es el déficit financiero o total, que surge de agregarle al déficit primario los intereses de la deuda. El mismo había alcanzado en 2019 el 4,5%, más que el 3,9% de 2015 que figura en aquel Memorándum. En este marco, los datos de la economía real indican que entre diciembre de 2017 y diciembre de 2019 la actividad económica cayó 7% (9% en términos per cápita), que se destruyeron 271.000 empleos asalariados formales en el sector privado (el 4,5% del total), y que cerraron 23.000 empresas (en su mayoría pymes). El salario real de los trabajadores formales cayó 18%, la pobreza se elevó del 25,7% en el segundo semestre de 2017 al 35,5% en el mismo período de 2019 (4,5 millones de argentinas y argentinos cayeron por debajo de la línea de pobreza). En cambio, en los primeros seis meses de este año, la industria está operando un 4,6% por encima del mismo período de 2019. Como consecuencia de ello, en el primer trimestre de 2021 hubo un incremento interanual de 126.000 puestos de trabajo, y comparando contra 2019 son 140.000 puestos más. El último presidente del BCRA de Macri, Guido Sandleris, criticó: “Alberto Fernández tuvo el año pasado un déficit fiscal de 6 puntos del PBI y este año le apunta a un 4%”. Ese argumento oculta que la asistencia estatal durante 2020 para enfrentar la pandemia alcanzó los $ 1,85 billones, equivalente al 6,75% del PBI. Nadie pretende transmitir la idea de que tener déficit fiscal es una situación ideal. Pero dadas las excepcionales circunstancias de la pandemia sanitaria, los desequilibrios económicos y al deuda, lo lógico es que las cuentas fiscales se vayan equilibrando gradualmente y no a partir del ajuste del gasto. Con el actual modelo, ocurrirá a medida que se recupere la economía y mejore la recaudación. Lejos de toda ortodoxia económica.